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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

POEMAS ESCÉNICOS( 20 )

EL OTOÑO

EL OTOÑO

 

“¿El otoño?

Es algo más arriba

Sí  Sí  Por este mismo camino

Pare el coche antes

de llegar a la ermita

Por ahí cerca de un acebo

tiene él su aldaba dorada

Ah pero hoy no llame

que ha dejado

la puerta entreabierta

Anda tan atareado

rociando todo de ámbar

subiendo tanta savia

de topacio a las hojas

que de tanta ida y venida

sólo saldrá a recibirle

en el zaguán

el vaivén de su mecedora

Pero no tenga vergüenza

entre y vístase con su ropa

Tome de su taquilla

su buzo de tímido camaleón

Su pala y su escoba de abanico

écheselas al hombro

Que disfrazado así

de jardinero del otoño

le será más fácil desaparecer

en esa lenta y dulce y bella

agonía amarilla

¿No ha venido a eso?

Ahí todo está muriendo

Todo cae tan milagrosamente

en su lugar exacto

que tan sólo

por si acaso se cruza con él

llore por un ojo

haciendo como que arrastra esas hojas

que se han salido del camino

Y no se pierda

el lento viaje de ninguna

Todas hágalas suyas

Caen sobredoradas

sobre sus deseos

o sobre sus sueños rotos

Decore el cielo de sus párpados 

con esa estampa

más bella si la rescata

mañana

dibujada

su soledad

o su emoción

o su resol de muerte…

Ah  pero  no se demore mucho

No quiera anclar del todo

el corazón a ese noray

del muelle del otoño

que aquí la belleza en carne viva

acelera ese pequeño temblor

de estar vivo

enfermo de vida

en este rodar silencioso

de los días sin dioses…

¿me entiende?

Cuando salga del bosque

que sea al atardecer

bajando  

hile de soslayo

los guiños del sol entre las hayas

Por el camino

su berlina irá dejando

usted no lo verá

una estela fatigada de oro”

                                ©Rubén Lapuente

Foto: Sierra de Cameros. Villoslada. La Rioja

A DAY IN THE LIFE

A DAY IN THE LIFE

 

Vas al volante, ausente, como en una barca a la que le rompieras los remos, dejándote llevar por las aguas de esa canción que siempre te suena oculta en el fondo invisible de la melancolía y a la que no dejas callarse. El limpiaparabrisas barre la lluvia, desempaña también esas pequeñas miserias, esa cuchilla del tiempo que saja veloz gotas de cobarde, tropiezos en la vida, ese dolor de madre tan  metido dentro…Ni sabes quien conduce. De pronto, desde el rellano del espejo retrovisor, al arreciar la tormenta, ves a tu niño que al redoble de la sirena de inmersión de su garganta, cierra la escotilla, baja el periscopio, dibuja en el frágil vaho de la ventanilla una claraboya con su risueño caballito de mar dentro. Le ves apagar la luz de la madreperla de su camarote, ya en un remozado Jeet de viaje submarino a ruedas,  ya con galones y gorra de capitán Nemo. Luminosos ojos sin párpados  saliendo de la niebla del agua, te fijan ese ladeado gesto suyo  del antebrazo sobre los ojos parando los chorros de fuego de luz mojada de los faros enemigos…Suena “ a day in the life” por enésima vez. Y  en ese puente musical, en esa caótica escala oscura de lucha y de miedo y de alarido y de vida de la canción,  su agitado braceo  espantando al calamar gigante que nos enrollaba con sus ocho enormes tentáculos parecía el baile de la sombra de las llamas  de una hoguera de San Juan en la pared, la danza del alma de un vendaval  en su ropa tendida; parecía un trozo de naturaleza…

Al volante, saliendo de la tormenta, en el rellano del espejo retrovisor, ni un ricito castaño quedaba. Eras tú. Sólo tú hacías de niño. Tú, irracional braceabas  disparatado. Tú, solo, golpeabas en el silencio. Tú, talludito inmaduro. Tú, con lo absurdo. Imitabas una mirada en el tiempo. Tú y tu puñal de ironía que mantiene a raya la lejana queja sonora del dolor de ser hombre: su melancolía… Y ahora otra vez nada es ni medio serio; nada se confiesa herido. Todo vuelve a la calma. Todo parece dormido.

                          ©Rubén Lapuente

 un dia en la vida the beatles

JUAN O LA GUBIA MÁGICA

JUAN O LA GUBIA MÁGICA

 

¿Pero y ésto Juan?

¿De dónde sale?

¿De qué gubia mágica?

¿Sólo de una estampa de papel arrugada?

Si esto no se aprende

¿Cómo es que sabían tus manos

lo que no sabían?

Paso los ojos

por ese dios

que has derramado

por la suave madera

y haces que hasta

me abstraiga de quién es

y me vea ahí

bajándole de la cruz

envolviéndole en su sangre

en esa sábana de paño de lino perfumada

y con esa misma delicadeza

que has tallado…

pero Juan

tan sólo

como si descendiera

la emoción pura de la belleza

en su muerte sola…

o en ése su discípulo

que como él

quién no sostendría

en su lento desmayo inconsolable

a esa madre rota

pero ahí quien desfallece

a quien socorro yo ahora

no es a ese vientre

preñado de misterio

sino que es a la mía

la que me derretía

los carámbanos de las sábanas

con una hogaza de cobre

llena de miga de ascuas

de piedras

Y me gusta ese doblado dolor

de la Magdalena

que en sus lágrimas

veo a esa  mujer enamorada…

“la que te espera hasta la aurora

la novia de la flor de la saliva…”

Y para lo abigarrado de la escena

tan íntima…

tan luminoso todo Juan

Y esos rincones de vida escondida

en las bocas de la madera

entre tanta pesada túnica

que una brisa de dolor

tallada en el aire

encarniza

inflama…

 

Y todo ese manojo

de manos detenidas

por donde la rueda lenta de mi dedo

rueda

por dorsos de venas

de savia aún viva

por falanges

como ramitas de nogal…

Hasta doy la vuelta y dejo mi huella

de caricia redonda

en el pequeño barranco

de cada palma…

oh benditos días tuyos Juan

de silencios de madera herida de belleza…

la que te salva a ti de la vida

la que a mí no se me queda en el nogal

y vuela y hiere y besa

              ©Rubén Lapuente

              Fuente el Carnero (Zamora)

A Juan que me abrió la puerta de su casa

y la del cofre de sus tesoros

CAMPANADAS EN IGEA

CAMPANADAS EN IGEA

 

Como imaginarse

que uno

de recolocar

en los tejados de las iglesias

los nidos de cigüeña

pudiera vivir

Y encima yo

que calzo un cuarenta y seis

y que mal voy

por estas estrechas

cornisas

intentando

que no se me vaya demasiado

el reojo

al abismo…

Les busco un enclave más seguro

en un durmiente

o en una viga maestra

o los llevo a un recodo

que allí

no asomen

el peligro

por los aleros…

Y me tengo que dar prisa

que ya hay un olor

a rosquillas anisadas

por toda La Rioja…

Que ya regresan por San Blas

Y mira que son buenos albañiles

estos cigüeños

Que es el macho quien

se adelanta unos días

y empieza

ya a hacer en su enramado nido

de amor de siempre

sus chapuzas :

teje de lecho

una alfombra de retales

de musgo  de tierra de yerba

de barro  de periódicos…

Y no se quejarán

del trato tan mirado que reciben

Vienen del cinturón del hambre

Del largo sahel africano  

Parecería un chiste si dijera

que llegan sin papeles

en el pico

Pero del mismo sitio

vienen los otros

Los que no tienen alas

y se estampan

en una empalizada de cuchillas

o cruzan el estrecho

en el mismo madero

de su cadáver:

Ventajas de no ser humano en África

Pero que culpan tendrán

las protegidas cigüeñas…

Este tejado

de la iglesia mudéjar de Igea

es el último que me queda

Y mira que me gusta

su pináculo

¿Y el campanario?

Si estuviera aquí  Andrea

se quedaría a oírlas

Son las de pueblo  

Las de siempre

Las que su larga voz

se ata a la alegría de los días azules…

Y ahora tiene gracia

que al estar embarazada

me llame cigüeño

Y eso que hace bien poco

 la hice llorar a mares

Le dije que no sabía si la quería

Y es que uno anda

todavía aferrado

a su entraña

a su tormenta interior

a esta incertidumbre

de vagar de trabajo en trabajo

precario…

Hasta que descubres

a una mujer que es un bálsamo

que cuando la veo venir

es como si se me acercara una

higuera de otoño

Y  abraza

como si se lo hubiera enseñado

el viento…

 

Andrea  Andrea  ¿Sabes dónde estoy?

Ya  Ya  En Igea

Pero ahora estoy en el campanario

Están tocando las campanas

¿Las oyes  Andrea?

¿Sí?  ¿Las oyes?

¿Sabes quién las toca?

Las toco yo  Andrea

¡Que las toco yo!

¿Las oyes? ¿Me oyes?

¿Sí?

Andrea   ¡Que las toco para ti!

Sólo para ti Andrea

¿Me oyes?

¡¡Sólo para  ti!!

                  ©Rubén Lapuente

 

Para Andrea que me lo contó emocionada

Y para Víctor su cigüeño campanero enamorado

Foto Iglesia de Igea. La Rioja

LA NIÑA DEL ASCENSOR

LA NIÑA DEL ASCENSOR

 

Desde ese

“¡Corre corre querubín

que te merienda!”

hasta este esquivo silencio

envuelto  en ese ruido

de violín con cuerdas de polea

de siempre

sólo hay tiempo rosa niña

trepadora rosa del  jardín           

del ascensor

sólo tiempo

tiempo

que ahora se vuelve

hacia mí

 

Citados en este andén

del tren de los cielos

El azar

(¿en cuántos años?)

nos ha regalado un puñado

de viajes  vecinita

rosa niña

Y cada vez eras una distinta

Conquistabas

una  veta roja nueva

más alta en la falsa madera

de la pared

Te veía crecer  en los espejos

rosa niña trepadora

y de esa manecita de pétalo

casi rozando

el botón de las alas del tercero

has pasado

a esta última ninfa

del ascensor  

de ahora

que sales al rellano

y el bocado de la puerta

(¡corre corre querubín

que te merienda!)

te parte en dos

la estela

ya de mariposa de amor

en la que te has convertido

que me deja dentro

el tiempo  

su crisálida

que se vuelve hacia mi

y que respiro

y mastico

             ©Rubén Lapuente

GEORGINA

GEORGINA

 

“Yo misma lo desconozco

No sabría decirte detrás

de que recoveco se agazapa

cuando se ausenta

Parece el perfume

de esa flor del interior

más hondo de una

Sólo necesita que mis diez  dedos

como  buzos

se sumerjan en el barro

para que se alborote

salga raudo de la nada

y doble la primera esquina

rumbo al alfar

derramando por mis dedos

su magín de fábulas

que le debe de contar

la fuente de su otro

sueño oculto

Es como un niño al encuentro

de sus juguetes

A veces creo que

sólo él es quien modela la arcilla

al pararme yo

un momento

a mirar en mis dedos

su soplo mágico

Me sorprende el ver

en los rasgos de las caras de barro

que me trae

como familiares

retazos de otras vidas

pero que nunca alcanzo

a recordarlas

Oh será simplemente el milagro de crear

Ahora que modulo

las llamas en el horno

sé que él se queda

en el candente corazón de la arcilla

porque me sale este niño

de tierra mirándome

y  me cuesta reconocerle del todo

como sólo mío”

                            ©Rubén Lapuente

              Foto escultura de Georgina Monné

LA FLOR DE LA VID

LA FLOR DE LA VID

 

Nunca me había pasado

Y mira que llevo años viajando por esta tierra

Yo parado aquí  y de tan de cerca

¡Y sorprendido!

Yo que voy todos los días

de bodega en bodega

casi de viña en viña

con este morral lleno de etiquetas

esperando que esa luz de papel

traspase el vidrio de alguna botella

de vino de Rioja

Que sea su semblante o su señuelo

o tal vez  el recuerdo ebrio

de algún olvido

¡Yo aquí  fascinado!

Será que siempre he mirado

esta infinita almazuela de viñedos

como si mirara el mar

cuando  a veces  la belleza

no es sólo distancia sino

como ahora en junio  

aquí y de tan de cerca

pura emoción

Y ha sido desde la ventanilla del coche  

al ver  de pasada

ese bosquejo de racimos

lo que me ha hecho parar

y entrar en la viña

a quedarme aquí

al pie de las cepas

sorprendido  fascinado

Es que casi ni recordaba haberlo visto antes

Es que dura tan poco la cierna

Esa gestación

La delicadeza de esa gestación

Su complejidad

Con esa extraña y delicada y efímera

flor blanca de la uva

Su perfume único que me envuelve ahora

Oh es la preñez del vino

Oh es la niñez de la uva

El asombro del arranque de todo esto

que acaba con mi etiqueta

pegada en la botella:

ese señuelo que abre la cava del paladar

Y aquí yo  parado

embriagado de entrar en el  fondo

de este enjambre

de olorosos verdes racimos niños de uva en flor

amando  lo que hago

ahora de otra manera

viendo de tan de cerca

como nace el pequeño dios del vino”

                   ©Rubén Lapuente

a mi hermano Humberto autor de la foto en Fuenmayor(La Rioja)

UN VIAJE RELÁMPAGO

UN VIAJE RELÁMPAGO

 

Se ha venido a casa       

por unas horas

Un viaje relámpago

Le dije que cómo venía

para tan poco tiempo

Por el cansancio solamente

Y me miró sorprendido

Molesto

Mejor me hubiera callado

Se me olvida

ponerme en su lugar

en el de su rutina diaria

Se me olvida recordar

cómo a gatas se detenía

entre las rejas del balcón

a mirar la belleza

cómo sobre su tabla

encerada navegaba

por estas laderas de trinos

Aquí se hizo gorrión de un dios azul

Aquí muchacho tallado de naturaleza

Éste entorno que le ha forjado

como un arma para defenderse

en cualquier infierno

Y viene exultante

de volar

estas pocas horas

con su bandada de amigos

con esta hornada de jóvenes

obligados muchos a irse de aquí

por la codicia nuestra

que ha roto el saco

Mejor me hubiera callado

Ahora que

enciende el motor del coche

ya no se me olvidará

que se va pero se queda

Que no eres de donde pisas hijo

     ©Rubén Lapuente

    (El Rasillo de Cameros)