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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

AMOR MÍO ( 22 )

AROMA ERRANTE

AROMA ERRANTE

 

En esta noche de julio

de añorada tormenta

Yo en el zaguán de mi casa

la piel me rezuma

como empañado cristal

y atrapa cada aroma errante

que despierta

que se pierde tras la lluvia

Y lo respiro

Y lo encelo

Y lo llamo por su nombre:

Éste es de salvia mojada

De espiga malva de lavanda huele ése

Este aire pavonado de flores de sol

es del coral de mis santolinas

Perfume de oscura miel de flor de brezo

me llega de debajo de los pinos

Olores de luz

de oro viejo de damasquina

vienen del arriate

Y éste último leve beso

es de una joven

rosa cansada de nacer

en mi pobre ribazo de arcilla…

 

Del balcón de la casa

hasta el zaguán

me baja luego un olor distinto

Es una ola de aroma

como si se le rompiera

la bolsita de almizcle

a la sombra de un corazón desnudo

anclado a la tierra

que se pierde también

tras la añorada lluvia

Y que reconozco

Y que respiro hondo

Y que lo llamo por su nombre:

Que te vaya bonito

aroma errante…

 

Amor mío

               ©Rubén Lapuente

                (El Rasillo de Cameros)

CABAÑA DE PLATA

CABAÑA DE PLATA

De la cabaña

sobre el ciruelo

ya se fueron los niños

Un rincón para no crecer

 “¿Subo?”

El pedaleo

de sus piernas

tiene aún

viveza de chiquilla

y su gesto

al volverse

entrando

“¿Subes?”

traviesa frescura

de mujer

 

Para tropezarse

siempre

esta covacha

nido del sueño

de este leñador de tristezas

con ella ya saliendo

de su tina

de quimio y rosas…

¿y por qué ya no

limpia de muerte?

 

“¡Oh sube ya!”

 

Para que vea

en mis ojos

su estrella

llamo a la celestina luna

doble del embalse

y al encendernos

la luz de la mesilla

la cabaña

sobre el ciruelo

parece

la alcoba de plata

de la luna

 

Para no crecer

bajábamos

las escaleras

de dos en dos

como chiquillos

                ©Rubén Lapuente

              (El Rasillo de Cameros)

Foto: mi cabaña sobre el viejo ciruelo

CARMÍN

CARMÍN

Date grana

Date carmín

Déjamelo

de montura de los vasos

En la luna del armario

a la altura de mi boca

o de mi bálano

¡quiero verlo!

 

A la noche

en la boca

Oh guerra de amor

¡Date luz de cera de rubí!

Y píntame ya

pincel de tus labios

 

¡Que quiero piel de carmín!

¡Que quiero sangre de besos!

 

Y al irte

de madrugada

clávamelo tembloroso

en mi espalda

dulce  abierto

 y oscuro

                      ©Rubén Lapuente

UNA HISTORIA DE HEBRAS

UNA HISTORIA DE HEBRAS

Ella no sabía que su belleza estaba

en esa manera de acomodarse los cabellos

en ese luminoso ademán

que coronaba su larga melena:

ese parpadeo de la luz

descolgándose de cada hebra

Un viento

que le quitaba o le ponía aladares

o la vestía de dulce sauce

con su cabellera descalza

Ella no sabía

que asomada a la ventana

la peinaba el último azul de la noche

 

Luego me abría la toca íntima

de sus cabellos 

para  cara a cara  

asfixiarnos dentro de ese

serrallo de voces

y de niebla de saliva

de besos

 

Yo la veía en la cama

con esas guedejas buscando 

el embozo de las sábanas

como una princesa muerta de cuento

Veía como los caireles de sus hebras

comenzaban ya a tejerle 

su mejor lencería

E iba por la casa trenzándose el cabello

para que la llamara sólo

pequeña

Yo notaba que su mata de pelo al viento

me daba vida

 

Hoy me ha llamado de improviso

¡Oh!  Que lo sentía por mi “ni se te ocurra”

Que ella era la dueña de su espejo

Que no se sentía aquella

Que no se gustaba

Que no le habían sangrado las hebras

 

Teniendo llave llamó al timbre

Por la mirilla la veía aderezarse

lo que no serían ni sortijas en mis dedos

Sintiendo cómo se me ahogaba su manera

su historia de hebras  su aire

al abrir la puerta

(¿Te gusta este muchacho?-me dijo-)

algo extraño

algo nuevo y bello

me nacía de sus ojos

                                  ©Rubén Lapuente

Foto: Carmen

AMOR PRIMERO

AMOR PRIMERO

Calle arriba

calle abajo

lanzábamos

nuestras

miradas

granadas

adolescentes:

azotes al corcel de otro corazón

 

Al trasluz de aquel vestido

¡Oh!  Su silueta vivía

aparte

Su aura

era como

la estela que deja

un poema 

Como el gesto

que no se borra

a su muerte

Y cómo se parecía

su pequeña tristeza

a la mía

 

En el rellano de una sombra

deprisa

entramos

a robarnos:

su tierno cuerpo

como el mío sin hacer

era infinito

 

Al salir a la luz

Ya éramos otros

                    ©Rubén Lapuente

ARRUGAS

ARRUGAS

Voy a romper los espejos

Los que te enmiendan

Los que perturban esa piel

que se cansa de tanta tersura

de ser de luz

 

No me digas que quieres

limpiarte de penumbras

¿Cómo vas a deshebrar

lo que ha tejido la entraña?

Si son sus banderas

¿Y si te cambia ese gesto

ese esplendor único

que permanece en uno

que se nos adelanta siempre

como un perfume?

¿A quién mirarían?

Si al final sólo te amarán

por una manera de ser

 ¡Oh!

¿Quieres amargo consuelo?

¡Si esa piel de naranja

se me hace tan tersa

como la de una dulce manzana!

¡Si a ese leve velamen del cuello

le basta con un pañuelo

de seda encendido!

¿Que ahora se desmaya  tu pecho?

¿No lo toman mis manos

orgulloso?

¿Cuántas arrugas tuyas

las he labrado yo?

 

Voy a romper los espejos

Los que te enmiendan

Los que te perturban

Los que te hacen soñar

con turgencias de oropel

con frías lancetas sin memoria

 

Ven asómate

Mira el sol en su declive

En su viejo ocaso tan limpio

¿Por qué no puede ser el nuestro

igual de bello?

                       ©Rubén Lapuente

CLARO DEL BOSQUE

CLARO DEL BOSQUE

Dime que te gusta

que me levante

temprano

con el primer rayar

de los versos

florecidos en el sueño

 

No me digas

que te despiertas

sola y helada

si de un sólo soplo

bajo las sábanas

prenderías 

el ascua

de mi carne viva

 

Dime que te gusta

que te traiga

el pan heñido

El que nace a la vez

que la luz

Y magullado

por mi boca

 

Dime que te gusta

verme con el torso

desnudo

a mediodía

sudado

de broza  de azada  de jardín

de sal de la tierra

en los labios

que me restallan

ante tu piel

de hembra

 

Dime que te gusta

ir conmigo

al atardecer

a ese claro del bosque

donde ante tu cuerpo

casi desnudo

se arrodilla

soberbia

la naturaleza

                    ©Rubén Lapuente

                   (El Rasillo de Cameros)

MIS MANOS

MIS MANOS

Sólo son mis manos

Ésa que tomas curtida

no sabe de treguas

Aún débil ala niña la otra

Fíjate en los pliegues de los dedos

por el dorso

parecen nudos de árboles

viejas rodillas

Mira ahora que la extiendo

qué ramajes a punto de estallar

En pocos lugares

nos presentimos tanto

como en esa travesía angosta

en la que duele posar los ojos

¿Y mis uñas?

Sólo mi madre

me las ha recortado

desde el fondo de la ternura

De negras de tierra y rotas en pico

a la breve media luna limpia y besada

en cada una

¿Y las palmas?

Fíjate

en todo ese revoltijo de rayas

Allí se escriben los avatares

Los altibajos míos

Y si crees en los presagios

elige una línea o una cruz  o una cadena

y busca la misma en tu palma

 

Sólo son unas manos mujer

las que tomas por un tesoro

Las que después de amarte

gastadas

recuerdan

          ©Rubén Lapuente