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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

LO MÁS MÍO ( 23 )

HUMO DE MALABARES O COMO DEJÉ DE FUMAR

HUMO DE MALABARES O COMO DEJÉ DE FUMAR

Me invitó mi padre, ofreciéndome un  cigarrillo,  a  empezar a ser un hombre. Si, el primer cigarrillo: ese gusano disfrazado de camarada que enseguida se calzó mis pantuflas y que se me subió, como un niño travieso, a caballito, pero que con el tiempo se me fue haciendo  tan pegajoso como una taza de infusión diaria de super glue .

 “Con otra y rubia americana” me decía mi eterna novia. Un día, a las puertas de mi boca,  senté a mi rubia Penélope, sobre su maleta de otoñales hebras. Fue en aquel mes de vacaciones de verano en la sierra de Cameros. Yo venía de embelecos con sobadas cartas, en timbas de noches de estudio, y para dejarlo, hasta ahora hoy me sonrío, los tirabuzones de humo del cigarrillo, los cambié, para tener las manos ocupadas, por un sucedáneo continuo de humo de  malabares con mis viejos naipes: barajaba, cortaba, hacía el acordeón, movía a la vez las cartas por distintos rumbos… Y  las lanzaba, una y otra vez, sobrevolando el fogón de leña de la cocina, y con una hélice distinta en cada vuelo, hasta que aprendieron como oscuras golondrinas, a volver de rehenes, de mí mismo, a los aleros de mi regazo .

Y me hice sin querer perito en malabares.

 Corta carrera la mía, que ejercí,  tan sólo, en una velada de gloria entre mozalbetes. Que fue después de tapar la boca al que soplaba antes que mi hijo, las diez velas de su cumpleaños, que me acordé de la baraja.

El ojo es torpe para la premura de unos dedos, y más, frente a  la inocencia, que ya es un buen trozo de alarde añadido. Arrojaba las cartas, una a una, y como un bumerán, volvían a mi regazo.

Y como deslumbre, como remache, tan sólo una,  la que escogieron y volvieron a meter ( la hice una muesca con la uña)  la posé, después de un largo viaje, en la mesa de la cocina, ¡ y vuelta de cara!.

 Desde entonces, soy para ellos el prestidigitador, el gran mago (mejor no lean esto). Y aún hoy, ya hombrecitos, si me tropiezo con algunos de aquella tarde,  siempre me dicen lo mismo: que cómo hice aquello, que cuál fue el truco…echándome, a la cara, sus primeras bocanadas de humo rubio americano.

                              ©Rubén Lapuente Berriatúa   

mi nuevo blog http://rubenlapuente.blogspot.com/


LA CALLE LA VENTANA

LA CALLE  LA VENTANA

 

Vino el progreso

a mi calle

Vino con su burbuja

Con su curare

Con su luz

de baratija

Enjambres

de golondrinas

al fulgor del dorado

adobe de babel

vinieron

Anidaron hacinadas bajo estos

aleros de madera

Vino como una

sombra marcial

su zancada

Tomando las aceras

Desviándonos

las miradas

Deshaciéndonos

los rostros…

Vino y  

la vieja calle

deprisa

bajó del altillo la maleta

 

Yo tenía

una ventana frente

a mi balcón

Por ella se asomaba

la mitad de mi mismo

Yo tenía

el rumor del sueño

combado subiendo de una

niña muy adentro

Del portal

cuarenta y tres

ella bajaba

las escaleras

tentando la baranda

a trompicones

hacía su rayo

de luz

del sol de su infancia

cuando la calle

me decía

era un celaje

de guirnaldas

una larga almazuela

de tiza

¿Irme a otra calle?

Volvería siempre aquí

en la nostalgia

o en la tristeza

o en la espera

y tan sólo

con apagar la luz

cerrando los párpados…

Y yo  

no bajé del altillo la maleta

 

Oh pena

que no llegara a tiempo

de ver que en lo que dura

un milagro  barrieran

los coches

alfombraran la calle

plantaran bancos

de madera

y bajaran espigadas estrellas

negras…

Oh pena

que no la mojara una

lluvia de pétalos

blancos de magnolias…

Y era lo poco

que ponían

tan deslumbrante

para lo que teníamos

que parecía

como si todo

fuera de mentira

dibujado

como si todo saliera del polvo

de estrellas

de una varita mágica

Que frente a mi balcón

tenga

su ventana

ya es tener

el mejor rayar del día

Ahora en su mismo cuarto

más apretado que el suyo se asoma

una niña mulata

que siempre deja caer  la roseta

de su regadera o

una cinta amarilla

de su trenza a la calle:

su diaria coartada por

bajar por esas

escaleras

a trompicones

tentando la baranda

hacia este nuevo

sol de su infancia

Por los mismos peldaños

hacia aquel otro sol

tropezaba ella…

que no es nada

que a uno

le ate una ventana o un

rumor de comba

subiendo…

¿Pero no es esa

infancia de abajo la

de mi madre?

¿Y cómo abandonarla?

Si aquí duele

menos el pavor de esa

silueta de tiza

en el patio

cortada

por los alambres

Si aquí la veo

crecer eternamente

hasta que me nazca

                               ©Rubén Lapuente

LA CICATRIZ

LA CICATRIZ

 

Una cicatriz conocida

Olvidada

Andaba

por entre los visos rubios

de mi rodilla izquierda

Le paso la esponja

un toque rápido sólo

y es ella quien me mira

Fue de esa brasa

para mi estrella fugaz

entre sus dedos

que merodeaba

cada noche

sobre lo tierno

sobre los cuentos

sobre el preludio del sueño

con su trenza

de humo de seda

ciñendo la cintura

de cristal

sola arriba encendida…

Paso la mano

por ese quemado nido del tiempo

y me hace daño

encontrarme ahí

con ese huésped

mensajero de la memoria

que tirará ahora de mis pies

bajo su limo de huesos tiernos

en algún momento del día

que sé que me hará

más mortal  más triste…

como si ya no pudiera escapar

de la herida del tiempo

en la rodilla de sus ojos…

oh se nota que me estoy

haciendo mayor

por estas  lágrimas

que me vuelven

rodando hacia el agua

gastada de la bañera…

Pero qué me pasa?

Y me sumerjo un momento

                       ©Rubén Lapuente

 

SUICIDIO

SUICIDIO

 

dos voces en la cocina…

 

Cuantos años han pasado hermano

¿Tantos?

Oh

Y sigue ahí  ahí …

Es como una mala costura en el corazón ¿verdad?

A veces toma un billete de vuelta

hacía mi sol de noche…

El horror que conoce el camino

de regreso hermano

y no sabe acunarlo el tiempo ¿verdad?

No hay lanceta

que no vuele temblando

sobre esa astilla enquistada…

¿Y a ti?

¿Te pasa a ti también?

El silbido del vértigo en el entresueño ¿no?

La silueta en el patio entre

los alambres de la ropa tendida

no se borra ¿no hermano?

Y la recuerdas como a través de un rayado cristal

Y ni abres las hojas del álbum por si el azar

te juega una mala pasada

Es el mismo deje en el corazón hermano

El mismo

Cuantos años han pasado

¿Tantos?

¡Ay!  ¡Ay de nosotros!

                    ©Rubén Lapuente

LA TRISTEZA

LA TRISTEZA

 

A veces

llega la tristeza

tan sola

que la dejo

un momento

pasarme su mano de bruma

sobre mi vida:

Ésa que aún uno

no sabe del todo

de qué va

Llega

de improviso

y notas que

va devanando

en la rueca del corazón

un hilo triste

de vieja

lluvia gris

Es la tristeza

La que te hace creer

que el mar ya no te mira

o que el ocaso

te cierra su abanico

de rojo rocío

A veces te hace creer

que la piel ajada

ya nunca sabrá

a terciopelo ardiente

o te murmura:

oh qué hubieras hecho

sin el miedo

 

Es así

Yo la he visto llenar

los bolsillos

de mi madre

de piedras

y sumergida

en sus aguas grises…

verla dormida

soñar llorando!

 

Pero a veces

la tristeza

al filo de una cálida voz

del fondo de la casa:

hoy de ropa tendida en peligro

se viste con mi mismo

traje de faena

Y es que no es tan mala chica

conmigo

          ©Rubén Lapuente

EL ÁNGEL DEL DOLOR

EL ÁNGEL DEL DOLOR

Mi madre me subía el cuello del abrigo para que empezara a nevar (C.Vallejo)

 

Camino de la calle Santo Tomás

entre hermosos cipreses

Cómo no pararme a contemplar

la desolación de este ángel

si  la muerte siempre le va a doler

Me acercaría a pasarle la mano

sobre sus cabellos

sobre sus rizos de piedra

Pero  ¿Tú me entenderías

si me vieras hacerlo?

¿Mañana no sería yo en tu mirada

o en tus labios aire o murmullo

de poeta enajenado?

Camino de la calle Santo Tomás

siento  sus goterones

como los que yo me apartaba

con las palmas de las manos

cuando un silbido del vértigo

me despertó en el sueño

como un aterrorizado pez

 

Como este dolor infinito

de piedra alada

Sé que el mío tampoco se acabará

o es que el pavor del regazo

de unos huesos rotos

alguna vez dio lirios

 

Camino de la calle Santo Tomás

si te cuento esto

es para que no estalle en mi cabeza

Que aquí me siento

como ese ángel anclado a su dolor

al que quisiera pasarle la mano

sobre sus rizos de piedra

porque como a él

la muerte me va a doler a mí

siempre  siempre  siempre…

©Rubén Lapuente

Foto: cementerio municipal de Logroño

TERCIOPELO

TERCIOPELO

 

No se de que oculto rincón

mío sale el perfume

de esta vieja melodía

a la que ni los zarpazos del tiempo

le ha rayado la voz

Y cuando le viene bien

sin avisarme

toma dulcemente mi garganta

No sabes cuantos días

me viene el murmullo

de esa canción

bajando las escaleras

y más ahora

desde que se murió Joan

Siente, siente…

…Olvida el mundo conmigo…

o mirando a esas muchachas

bajo los soportales

cruzándose conmigo

temprano

camino del trabajo

me musita dentro

Fuego,  fuego

para perder estribos

y acurrucarse luego

o la tarareo alguna vez

a media mañana

en el lento sorbo de la tregua

que me da el café

Tuyo, tuyo

Y ciego entre tus dientes

por donde me destruyo

Y siempre la oigo tardío

como si no coincidiera

mi susurro con el de esa

eterna joven intrusa

que parece amarrada

al palo mayor de mis huesos      

Como un huésped la tengo

Y la verdad es que hermosea mi casa

A la noche me deja en paz

se me calla porque sabe que

quiero hallar bajo mi peso

terciopelo ardiente

Y es entonces  cuando

 se hace mía

©Rubén Lapuente

terciopelo

foto: Joan Bautista Humet

 

LA TERRAZA DEL IBIZA

LA TERRAZA DEL IBIZA

 

Al pasar por la terraza del bar Ibiza

bajo los soportales

aún extraño no oír mi nombre

invitándome a su velador

a este territorio que fue suyo

eterno portal de su solaz

Y avivo el paso

Nos pasa a los que nos exprime lo sensible

Y tarde aprendimos que el cariño

no venía ya en la corriente

de nuestra misma sangre

Mirando la ausencia de unas sillas

(él también era esas sillas)

una niebla afilada de tristeza 

me acompaña hasta cruzar

la linde de su zaguán

y sólo al sobrepasarla

ladeo un poco la cabeza

para que mi perfil roce el recuerdo

de quien fuera

novio de la muerte

del muchacho que escribía versos

("oh el verla sacarse el vestido

cruzando los brazos

de una sola vez

como si se desnudara la luz...")

del que vino a mi casa

torpe anciano niño

"¿Hay un sitio para mí?"

Desde el primer recuerdo

en el que mis ojos asomándose

por el cráter del volcán de arena de la calle

subían por el andamio  

al ballet de su paleta de albañil

a la terraza de este bar

en el que se sujetaba

el dolor último

con la palma de la mano

a la sirena de ambulancia

acercándose y alejándose

como las alas de un alarido

hasta la dureza

de verle morir tan lentamente…

Nos pasa a los que nos exprime lo sensible

y tarde aprendimos  que el cariño

no venía ya mezclado

en la corriente de nuestra misma sangre

Que arrastras siempre lo que no has sabido querer

¡Con lo poco que pesa una carreta de abrazos!

Por  eso avivo el paso

 Algún día me sentaré en esa terraza

territorio suyo

de vuelta de mí

a conversar primero con mis lágrimas

                 ©Rubén Lapuente