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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

ARRUGAS

ARRUGAS

Voy a romper los espejos

Los que te enmiendan

Los que perturban esa piel

que se cansa de tanta tersura

de ser de luz

 

No me digas que quieres

limpiarte de penumbras

¿Cómo vas a deshebrar

lo que ha tejido la entraña?

Si son sus banderas

¿Y si te cambia ese gesto

ese esplendor único

que permanece en uno

que se nos adelanta siempre

como un perfume?

¿A quién mirarían?

Si al final sólo te amarán

por una manera de ser

 ¡Oh!

¿Quieres amargo consuelo?

¡Si esa piel de naranja

se me hace tan tersa

como la de una dulce manzana!

¡Si a ese leve velamen del cuello

le basta con un pañuelo

de seda encendido!

¿Que ahora se desmaya  tu pecho?

¿No lo toman mis manos

orgulloso?

¿Cuántas arrugas tuyas

las he labrado yo?

 

Voy a romper los espejos

Los que te enmiendan

Los que te perturban

Los que te hacen soñar

con turgencias de oropel

con frías lancetas sin memoria

 

Ven asómate

Mira el sol en su declive

En su viejo ocaso tan limpio

¿Por qué no puede ser el nuestro

igual de bello?

                       ©Rubén Lapuente

8 comentarios

María Socorro Luis -

Como tú dices, el ocaso también es muy bello.

La belleza es subjetiva y cada persona tiene un encanto especial para los que la aman.

Enhorabuena por ser como eres. Muxus mila

irene -

Se me ha olvidado poner los datos, el anterior anónimo es mío.
Un fuerte abrazo, Rubén.

Anónimo -

Me ha encantado, Rubén, hace que a una se le suba el ánimo y deje de pensar en tonterías de cirugías estéticas y demás, son las huellas que deja el tiempo, lo vivido, las alegrías y las penas, toda una vida.
Un beso.

virgi -

Las arrugas son el mapa de nuestra vida. Con esa sonrisa estoy segura que las luce orgullosa. Y si las recorres con palabras tan hermosas, las marcas serán aún más bellas.
Un abrazo

Noches de luna -

Tengo un recuerdo diáfano de dos o tres parejas de más de setenta y ochenta años años haciendo montaña, despacio pero seguros por zonas de los montaña de los Alpes.
Me gustan los hombres maduros y me encanta disfrutar de la belleza de esas mujeres de rostro expresivo en las que se refleja la vida, la experiencia, la fuerza, todo aquello que difícilmente se halla en las muchachas y hombres jóvenes; no me gusta ese tipo de mujer que tanto se repite, pelo teñido de rubio con mechas más claras u oscuras, párpados ligeramente pintados, labios perfilados... todo puesto de tal forma que casi parecen iguales, repetidas.

¿Y los hombres, como dice Zeltia? a ver si crece el número de los que saben disfrutar (que los hay) de ese reflejo de haber vivido en tanto rostro de mujer y de hombre.

Muy buen poema, como siempre.
Besos
Victoria

Teresa -

El poema me parece una maravilla. Aunque yo sé que algún día entrare en esa rueda de la eterna juventud. Hay partes de mi cuerpo que no me gustan. No sé. Aunque que todo a mi alrededor me empuja a hacerlo

Zeltia -

Las mujeres hemos crecido en la convicción de que debemos gustar. Y cada vez se extiende más y más el standard de belleza como lo joven (jovencísimo), y además rayando la perfección (cirugías estéticas, implantes, etc.). Con esa base resulta traumático envejecer. A algunas mujeres nos baja la autoestima observar como ganan terreno las arrugas, la piel pierde tersura, y el cuerpo se va apartando poquito a poco de los cánones de belleza. Así estamos intentando mantener esa lucha que siempre se pierde, en vez de cultivar los atractivos propios de cada edad... ¿pero están los hombres preparados para verlo?

Este poema tuyo es un bálsamo,
y ojalá que hubiese muchos como tú que, al menos en la mujer que amais, sois capaces de ver la verdadera belleza.

Un beso!

paulina -

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