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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

EL RASILLO DE CAMEROS

EL RASILLO DE CAMEROS

 

De lejos parece de juguete. De postal de mentira, de tan bello. Como tallado en el claro de una esmeralda: un oasis de encaje de hilos de piedra rosa, si achicas los ojos. Alguien debió despertarse en esa dulce ladera de trinos, y, al alba, apresurarse en colocar la primera piedra, raudo en talar los durmientes de su techumbre, veloz en apilar la sumisa leña al oír la rondalla fría del viento envolviéndole el corazón.

Quería vivir con el ruiseñor en la rama. Con el aire puro del miedo de una corza. Como un marinero subido a la cesta de la gavia del mástil mayor,  mirando la caricia de un océano de agujas verdes que le acolchara la dureza  de la vida.

Luego el tiempo, puso la guinda: el espejo del cuenco del agua del valle del río Iregua, para que le viésemos el velamen rizado de su torso de piedra, para que asomados en cada ventana, pudiéramos, dormidos, soñar bajo sus niñas aguas, sumergiéndonos en esa melancolía de la belleza, la que nos hace ser más serenos, tan íntimos como en la penumbra bajo un sol de mimbre …Y para hacernos  románticos, bajándonos en esa luna de noche sobre el embalse, a esa otra gemela sirena reflejada sobre el agua: navío redondo de plata que nos junta las sienes, que nos flecha de besos, que nos presta la luz de su alcoba … 

Hoy he subido, peldaño a peldaño sus calles de piedra, hasta el balcón de mi casa que abre la vida, y allí me tropecé también con la muerte, pero que, perezosa, miraba, hechizada, tras los cristales…

©Rubén Lapuente

El Rasillo de Cameros

1 comentario

Julio G. Alonso -

Magnífica estampa recogida en lo más entrañable de la palabra y la memoria.
Salud.