
Me brindan una muerte hermosa
Vendrá a recibirme la gloria
Fue aquel filo de acero en las palabras
Aquella arenga que macera la carne
en orgullo en dignidad en pureza
Que trasciende la vida y la muerte
El emperador te sueña me dijeron
Y cómo negarme si el valor
de la vida ante el deber
tiene el peso de una pluma
Cómo no dar un paso al frente
si nos están humillando
A la cabeza me he anudado la cinta
de mi patrio sol rojo violento
Oh felicítame madre
como una tierna flor de cerezo caeré
le he dejado escrito
Sobre el mar de aguas de jade tembloroso
éste será el último cielo azul puro que veré
Abajo ya avisto el gigante acorazado
Y en picado mortal como un Ícaro
de plata desciendo esta curvada hoja
de acero de viento divino…
Mil veces mil trepidante gira la hélice
Oh todo viene hacía mí
como en ancas del vértigo
En la carlinga no cierres los ojos
me dijeron
Que viene a recibirte la gloria
Que todas las flores de cerezo del templo
brillarán para ti
©Rubén Lapuente
Poema publicado en la revista La Fanzine
Foto : Un grupo de pilotos Kamikazes: Jóvenes desbordados por las desgraciadas circunstancias de la guerra(4.615 jóvenes japoneses se inmolaron)
Autor: Joselu
Es un tema sorprendente el que hoy escoges para poetizar. La muerte alegre de unos aviadores que yo veía de pequeño en los reportajes sobre la Segunda Guerra Mundial. Eran Zeros que se estrellaban contra la cubierta de los portaviones americanos. Suponía una entrega y una convicción que me desconcertaban y lo solucionaba diciendo que estaban locos. Dañar al enemigo y morir con honor, en un sacrificio alegre. No sé si es equiparable a los suicidas yihadistas que se inmolan con un cinturón de explosivos. Es algo que se me escapa. En el tema japonés me siento ahora más cerca de comprenderlo pues he leído sobre la filosofía de los samuráis y la muerte con honor que era a la que se encaminaban aquellos jóvenes, cuyo número no pensaba que fuera tan elevado.
Dejando el tema aparte, el poema es eficaz y refleja ese idealismo guerrero preñado de alegría con esas flores de cerezo que brillarán para el kamikace.
No era un pequeño enemigo el pueblo japonés. Cuando fueron vencidos no guardaron rencor contra sus enemigos sino que reconocieron que habían sido mejores que ellos y los respetaron ¡Qué pueblo tan sorprendente!
Fecha: 16/03/2015 19:27.
Autor: Julio G. Alonso
Se puede poetizar la muerte, el suicidio, el asesinato, el crimen... porque la poesía alcanza todos los rincones del alma humana, hasta los más oscuros. Pero no hay inocencia en el crimen, la violencia, el hambre, la depravación del hombre. Y en los suicidas de guerra, los yihadistas inmolados, los que ejecutan a sus semejantes, cualquiera que no comulgue con sus ideas y su modo de ver el mundo, en los etarras y sus crímenes en nombre de la patria y en la larga lista de fundamentalismos irredentos sólo hay horror y negación de la libertad, mucha tristeza enferma y falsas alegrías. Por eso, aunque el poema se mueva por los entresijos del pensamiento y sentimiento kamikaze, no veo la poesía (expresión de la belleza) en el retrato de los jóvenes suicidas. Salud.
Fecha: 24/03/2015 17:48.
Autor: rubén lapuente
Un Kamikaze era un soldado que se inmolaba, por su Patria, en una acción suicida siempre contra objetivos enemigos militares. Nada que ver con cualquier tipo de terrorista/suicida descerebrado que asesina en su acción a civiles indefensos.Y me parece tan injusto como inapropiado equiparar a un kamikaze con cualquier tipo de suicida.Es una cuestión de respeto histórico hacia unos soldados regulares, que de uniforme y sin ocultarse, daban su vida por su patria.
Fecha: 25/03/2015 21:43.
Autor: Julio G. Alonso
Parto de que la guerra es uno de los mayores fracasos del ser humano. Recurrir a la violencia por razones de todo tipo, incluídas las religiosas más o menos fundamentalistas y la de la patria. ¿Idealizaremos a los soldados nazis? Sólo veo manipulación de los sentimientos de unos jóvenes conducidos a la muerte y a matar. Lo siento.
Fecha: 31/03/2015 18:23.