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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

BALAS DE CORCHO

BALAS DE CORCHO

 

De vez en cuando

mi hijo me invita

a entrar en la guerra

a que tome las riendas

de una venganza

o las de una salvación

y  por detrás del arma

de este pulcro héroe virtual

que toma mi nombre

a quemarropa

 voy disparando

Me dicen

que le regalo violencia

que aliento

su larvada

fiereza

Que haga una pira

con todo esa

ponzoña bélica

Me lo dice

esa hermandad

bienhechora

que intenta guiar

su ventura

sus pasos

cuando

el simple

afilado dedo

de una mano desnuda

bastaría

para tirotear

todo lo que se asoma

se mueve

Le compro el guión

de lo que lee  

de lo que oye

de lo que ve

Y siempre

será el héroe

a este lado del mundo

Mi hijo juega

a restaurar la paz

manipulado  claro que si

pero como los de la otra bandería

que siempre serán

o han sido

el mal

el imperio del mal

¿Que le compro violencia?

Si no hubiera habido

sarracenos

Ni conquistadores sanguinarios

Ni piratas

Ni nazis

Ni delincuentes

Ni kamikazes

Ni mafia

Ni bin laden

Ni odio

Mi hijo tendría una paloma blanca

de mascota

por la casa

o la biografía

de todos los amaneceres

Reflejo de la vida

que nos toca somos

son los juguetes o deberían ser

Yo cuando en aquella película

los comanches

raptaron a la chica

o en otra viendo a todo el séptimo

de caballería

por los suelos

al pelirrojo Custer 

flechado como un San Sebastián

acabé con toda la tribu de la pluma

A Caballo Loco le colgué

del palo mayor del fuerte de madera

Y de nuestra guerra civil

que oía en la cocina

 tocada lenta en la curtida cicatriz

de la piel de mi padre

la lidié de niño

en la última calle de arena de Miranda

 alistado de soldadito

en unos de los dos bandos

echado a suerte

jugábamos a dispararnos

 con balas de corcho

hasta  formábamos

un pelotón

de fusilamiento

con una de esas balas

encasquillada:

era la de fogueo

Recuerdo

que mi verdugo de pupitre

me ponía

su oído frio

en mi pecho cerrado al aire

 Y yo me demoraba en la muerte

Sólo quería recordármelo

Y aún

se me escapa

media sonrisa

como si sin esos juguetes

yo no sería ahora

el mismo hombre

creo que bueno

 

Recordármelo

mientras

me dejo matar

    ©Rubén Lapuente

4 comentarios

zeltia -

yo nunca jugue´a juegos violentos... ni muchas niñas que conozco tampoco... me pregunto si será algo cultural.
Mi hijo desde pequeñito también jugó a videojuegos violentos. Todavía lo hace hoy en día, juega en red y conquista mundos desconocidos, desarrolla habilidades, estrategias... mientras en la vida real todas ellas no sirven para tener una vivienda digna, un trabajo decente.
Toda la sociedad tan enferma...

Julio G. Alonso -

Buen tema. Si hablamos de jugar hay que considerar las múltiples funciones del juego. También se aprende a manejar la ansiedad y el miedo simulando situaciones conflictivas y a empatizar con los demás. Me ha gustado la propuesta, que invita al debate.
Salud.

cuspedepita -

Creo, que en este tema, como en muchos otros, el sentido común es el que debe guiarnos. En principio, en sus juegos, los niños reproducen lo que ven o lo que viven, pero no creo que esto funcione al revés. El juego les sirve para entender el mundo, para poder ponerse en el lugar del otro, y hasta a veces como terapia precisamente contra esa violencia que les rodea.

virgi -

Nunca estuve de acuerdo con esa exageración de no jugar a la guerra, como si no viniéramos de ella y por ella estuviéramos rodeados.
Besos, Rubén.