Blogia
El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

EL MALEFICIO DE LA RAMA

EL MALEFICIO DE LA RAMA

La medida del río era la de mi cintura.

Aunque me veía en el agua reflejado,

sólo miraba su fondo, su vida:

La pandilla de renacuajos,

el cangrejo de curva de guijarro,

el pez bajo la arcada de mis piernas.

Ni oía mi corazón,

ni el rumor del agua.

Lanzaba las ramas,

contracorriente,

esperándolas.

Y que no se me escapara ninguna.

Me iba en ello, el azar, el futuro,

el maleficio.

 

La medida del río es la de mis rodillas.

Y ahora, sí, me veo en el agua reflejado:

La fauna de mi vida en el légamo,

el corazón al ritmo

de aquel mismo rumor mudo.

 

El niño que llevo dentro,

con la cara aplastada

al cristal de mi cuerpo,

me señala una rama,

y la lanzo río arriba,

esperándola.

Pero al moverme,

al hacer un ademán para cogerla,

me resbalo,

y se pierde, rauda, corriente abajo.

 

“Que no se me escapara ninguna”

Dentro de mí, todavía hoy,

se revuelve aquel niño.

 

                        ©Rubén Lapuente

                      Sierra Cebollera. Río Iregua.La Rioja

8 comentarios

Javi A -

Hace ya tanto tiempo que se me pierde entre los recuerdos, pero aparece como por arte de mágia la sencillez de aquellos años muy cerca de ese rio, en aquel pueblo llamado Murillo de Rio Leza, dnde aprendi a nadar y deje tantos y tan buenos momentos de infancia, hoy me has hecho recordarlos y plantar una sonrisa furtiva en mi mente volviendo a ser niño de nuevo, gracias, un abrazo y enhorabuena por tu pequeño rincón.

irene -

Siempre deberíamos llevar dentro algo de aquel niño que fuimos, aunque nos llegase el agua a los tobillos, el mundo sería mucho menos agresivo.
Besos.

María Socorro Luis -

Añoranzas de la niñez. Esa dulce tristeza...
muy emotivo.

vermella -

Una de las cosas q más frecuentemente me devuelve a la infancia es el agua río o mar,playa o simplemente la guerra de mangueras que teníamos mis primas y yo....
bicos.

Gloria -

Aún no se ha marchado ese niño... no lo hará nunca, por suerte.

Precioso homenaje de la infancia, fluyendo río abajo, sobre las ramas de los recuerdos...

Un beso.

Joselu -

¡Qué horas tan felices he pasado en las pozas de algunos ríos! No era niño pero volvía a serlo al sumergirme y pasar por debajo de la cascada. Jugaba y olvidaba el paso del tiempo. ¡Qué aventuras imaginarias! Poema luminoso con el trasfondo de la niñez y el río, dos símbolos de densidad evocativa.

Teresa -

Yo tambien tengo una niña dentro que aveces se me agita cuando me viene los viejos sortilegios.Me ha encantado el poema

Zeltia -

ay ésos juegos mentales, esas apuestas infantiles... creo que todos tuvimos alguno. el mío era hacer equilibrios por el bordillo de la acera. la acera era una cornisa a muchísimos metros de altura, y yo ténía que recorrerla para salvar mi vida. recuerdo concentrarme tanto, y tomármelo tan en serio, como si realmente me fuese en ello la vida.

Preciosa fotografía.