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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

DESAHUCIO

DESAHUCIO

Hoy, después de unos años, me ha visto por la calle. Iba sola. Me ha reconocido con mascarilla y todo. He dudado hasta que se ha bajado la suya hasta la barbilla “¿No sabes quién soy?”

En esta historia ella me parecía la más débil, pero ahí está, aguantó la embestida, la peor, cuando el puñetazo de la vida creía yo que no la dejaría nunca más levantarse.

Recuerdo las últimas madrugadas con el ascensor para arriba, para abajo. Las ventanas abiertas sólo para poder respirar dentro. El eco del último portazo. Los alambres del patio sin sus pinzas de colores. Y la indiferencia mía (maldito trajín de la vida) cuando la crisis financiera dejaba tantas paredes sin memoria. Recuerdo que sólo fui una cobarde mirada entre visillos a una furgoneta de mudanzas en la calle.

Al irme, le di un abrazo, y me vino rabioso aquel otro, el que olvidé cuando yo tan sólo estaba al otro lado de la pared…

 

“¿Garantía?  Hijo, sólo tenemos esta casa. Aunque con tal de verte salir adelante. Es un buen producto. Con maquinaria moderna, fieles trabajadores, una buena imagen, el éxito lo tienes asegurado. Hasta yo podría ser el Presidente de Honor. A mis años, sólo a figurar, ¿eh?, no te vayas a creer…Y le daría el aire a ese viejo traje del armario. Claro que te avalaríamos, hijo. Con tal de verte salir adelante.

 

¿El producto? ¿Te lo copiaron? ¿Más barato? ¿La mitad de la mitad?  ¿Tanto? ¿Pero quién? ¿Un desaprensivo? ¿De aquí? .Claro, entiendo, compra la mercancía en una tienda, y luego son esas espigas de Oriente las que hacen el trabajo sucio, esas que huelen a esclavitud.

Pero, entonces, ¿si el dinero está en algo que no se mueve, no habrá liquidez, no, hijo? ¿Y los plazos? ¿Los intereses? Habla con el banco, un aplazamiento… ¿Qué no te lo dieron? Pero si no nos dijiste nunca nada. Ah, claro, por mamá. Oh, Dios mío ¿Entonces? ¿La casa?   ¡Ah!  Firmamos hace días una carta, sí, pero bueno, a mis años, ni quise acabar de entenderla. Casi ni la leí. Cómo iba a sospechar algo. Creía sería un puro formulismo… ¿Entonces? Pero, ¿cómo se lo dices a mamá? Oh, no, no, no te preocupes, ya lo hago yo. Siempre hay una manera de suavizar las cosas, aunque son demasiados recuerdos para ella, y abandonarlos así, tan de golpe…  

¿Y ahora? ¿Qué vamos a hacer? Podríamos irnos los tres, a un apartamento pequeño, sin gastos. Apoyarnos. Mi pensión, ya sabes, es tan…Ah, que te vas de la ciudad. Claro, lo entiendo, hijo. Empezar otra vez de cero: otro lugar, otra gente, sin ataduras. Aún eres joven. Seguro que encuentras algo. Ya nos llamarás. Lo malo es tu madre. No, no te preocupes, ya te he dicho que se lo diré todo yo. Siempre hay otra manera de contar las cosas. Aunque para ella son demasiadas vivencias para abandonarlas así tras un portazo, y tú, aunque la conoces bien, tú no sabes lo que puede ser el espanto en sus ojos…

Pero haz tu vida, hijo, haz tu vida. Ya nos apañaremos como sea.

 ¡Con tal de verte salir adelante!”

Rubén Lapuente Berriatúa

publicado en el diario La Rioja 9/04/2022

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