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METAMORFOSIS

Es en ese sueño en el que oigo
cómo muda lenta la piel
de esa oscura ardentía silenciosa
que corre a la vez por la sangre de todos
presagio de un estrago enorme
que mi sueño sin hora me adelanta
acorazándome con piel de élitros
y huesos de leve ave de amargo tuétano
Es en ese sueño en el que voy
con ese volatín de niño
cojeando adrede por el bordillo de la acera
o aprendiz sobre el dulce álabe
de vieja encina de los alcores
o ya héroe subido con la cabeza gacha
al pretil de los puentes indeciso
mirando la canal sucia del vómito del vómito
en el que algo o todo me empuja
hacia cualquier grieta de nido en la pared
al privilegio de un rayito de luz de ceniza
al grial de unos ojos muertos
entre malos perdedores
que acuclillados y alados como yo
van maldiciendo
a esta naturaleza que no les abandona
que se empeña en salvarnos
©Rubén Lapuente
MASCARÓN DE PROA

La muchacha de madera
La de la roseta de golpes
de agua en las mejillas
La de flores de algas en los cabellos
La que suena en su caracola
voces lejanas de lirio
Hecha para morirse de mar
A un marinero de arboledas
le ha embriagado el corazón
Por la roda de su casa la sube
hasta un sombrío cielo de lucera
Arrancada
de su viejo bauprés de goleta
la sirena varada
tallada con gubia de viento
de lluvia de olas
de albas de océano
llama con su honda caracola
a lejanos mares perdidos
Cada día sube a mirarla
Cada día por los ciegos
ojos ahogados
se le sueltan a la muchacha
de madera
dos gotas de agua salada
Y ella no sabía llorar
©Rubén Lapuente
A Jorge Escobar Calderón artesano chileno de hermosos mascarones
TRAPECISTA

En el talco
enjuga sus manos
de sudor
del sueño
de caer a la arena
En la mitad del vacío
de su balanceo
se suelta
Y vuela
Y no hay nada ni nadie todavía
Aún las manos del otro
no están
Vienen
Están llegando
La emoción del alivio
vuelve a soltarle
Y otra vez vuela
Pero el trapecio solo
no ha llegado aún
Todavía está
viniendo
Se pierde y se encuentra…
Abajo
de perfil de los labios
gemelas palmas
se juntan
un momento
apretadas
en el redoble último
Y le asoma el esplendor
de la belleza íntima
La misma que la de aquellos
primeros pasos
vacilantes
sobre la baranda
del portal
o sobre la cimera del muro
cuando un dios
le avellanaba
la tarde
de luz en su luz
Camino del carromato
Nimbado de aplausos
Sabe que su travesía
es un círculo
Que por arriesgar la vida
no la vivirá nunca
Que para que fragüe
el hechizo
no debe abandonarse
Que para reinar
dentro de sí mismo
debe enlazar
noche tras noche
el eterno sueño inquieto
de tropezarse
en el aire
©Rubén Lapuente
COSQUILLAS

Soñaba
el hombre dormido
de cuando fingía
de niño
morirse
para tener de rodillas
sólo para él
la inmensa dulzura:
“Vamos a ver si son de plomo estos brazos
Si se empañan mis ojos de tu aliento
¡Oh! ¡Si estás tan frío como una baldosa!
¡Oh ¡ ¡Si se te ha roto el muelle de los párpados!
Habrá que tirar a este niño
a la basura
como la piel de una naranja
como el corazón de una manzana
como a su triciclo sin manilla
ni ruedas”
Y por los corredores de la casa
le llevaba
en brazos
altiva
como si fuera
el hijo héroe soldado muerto
“¡Espera!
¡Si oigo un tamborcillo
por el cielo del pecho!
¡Si aún puedo revivirte
con tan sólo tocarte
con la punta de mis dedos!”
Pero la memoria del sueño
del hombre dormido
no podía despertarle
no se reía aquel niño
ni se movía la muerte
©Rubén Lapuente
Foto: yo soñando
SUEÑO DE ESTRELLAS

Temprano
nos van a explicar.
Tú perderás la belleza
oscura
que es tu misterio
tu hechizo.
Yo mi porvenir
que es mi enigma
mi jeroglífico.
(¿Te acuerdas de aquel
cielo de niño?)
Colocarán la pieza última
de mi rompecabezas.
Me señalarán en un mapa
una cruz de algún error
atávico.
Me harán creer que la vida
es una guerra con el tiempo.
Hasta lo que había
antes de aquel fragor
ya no será una fábula.
Sabré de qué miedo huyes.
De qué cobardías
de qué amasijo de claridades
estoy hecho.
Me verás como ropa
tendida
sin viento.
Te veré como un manto
hermoso
gastado.
(¿Me revives aquel
sueño de estrellas?)
Temprano
me veo a mi mismo
pasajero adivinado en la ventana
mirando lo que he sido.
©Rubén Lapuente
AVARO DE LUMBRE

Tarde, llegué a casa.
Las estrellas
florecían en la noche.
El bosque callaba
de frío.
Al entrar
ardía la leña
como si lo hiciera
dentro de mí.
Sin la premura
del tiempo
me tendí sobre la alfombra
avaro de lumbre
de olor a ramas
rotas.
A traves de las llamas
veia el fuego
turbador
capaz de abatir un bosque
de silenciar un planeta
de poner nombres a las cenizas:
El fuego.
El astro que seré yo un día
por un instante:
enseña roja en la cresta del viento.
Arder
dando mi mejor luz
de tanto azul esperándome ...
Sobresaltado,
desperté
de los renglones de mi lengua de fuego
de la hoguera de mi cuerpo mártir
del breve vuelo final de mi pájaro
de ceniza.
y cuando
con el badil
avivé mis propias ascuas soñadas
nunca me sentí
tan apremiado
por la vida.
© Rubén Lapuente
(El Rasillo de Cameros)
EL CUBIL DEL SUEÑO

En el cubil de mi sueño
pulsan una luz a medianoche
Despierto adentro
temeroso de la verdad
diurna mía
a esta claridad más auténtica
Tres horas más de vida
atado al lecho del desvelo
viendo la sombría
fragilidad de la vida
el poso tiznado
que me aflora ahora
de los hombres
esa postura
esa silueta al trasluz
de mi mujer
desconocida
que me engulle
en su remolino de vértigo
mi mañana desmañado
en mi peor desnudo :
el del deterioro:
el anticipo que le doy de algazara
a la muerte
Tres horas más de vida
esperando a que el ojillo
de la persiana se abra
con la algarabía del día
que todo lo posterga
©Rubén Lapuente
LA JAURÍA

Por encima de los sueños
del roce de la vida
a la grupa de este cóndor de acero
todo se vuelve gélido
hermoso
Es la altura
que esplende la belleza
que suaviza las siluetas
en ese momento
de embriaguez
en el entresueño
en el que la luna
huye de las ventanas
la madrugada se insinúa
como la de la mujer rendida
que te entreabre
tenue su lecho
y la miríada de luces
se apaga abajo
atrapada en mi puño
trampero de luciérnagas
Me perdería ahora
con las alas puras del sueño
Creerme que sólo arriesgo la vida
¡Ser una mariposa en la mar!
El preludio
es el eco de un ladrido
que me abrocha el cinturón
Cuelgo los sueños
del perchero de las nubes
me aprieto el nudo de la corbata
y ensayo una sonrisa
antes de que venga a buscarme
la jauría
©Rubén Lapuente
Foto de Sonia Jazmín Sánchez Orozco
¡AMPARO!

¡Llámala!
¡Desde la calle!
¡Grita su nombre!
Ella está dentro de un vergel.
Siempre te oye.
¡Espera!
Que la voz aquí se demora
al paso de un olor.
Se equivoca de oído.
Se hechiza.
¡Llámala otra vez!
Estará tirando muy suave
de una raíz.
Cribando la tierra
para ese tallo perezoso.
Dejando un punto de luz
de agua en cada hebra.
Ayer me trajo una mano de belleza:
Una altea, unos lilos, salvia…
Ella doma lo verde.
Sabe lo que arraiga.
¡No! ¡Deja!
¡No la llames más!
Se habrá quedado dormida.
Un día la llamó el dolor…
Pero ahora, se está haciendo
rubia de luz y pura de agua:
Transparente.
La vida es ver crecer lo que amamos.
¡Déjala que siga trepando
por la enredadera de su ensueño!
Ruben Lapuente
(El Rasillo de Cameros)
VOLVERME COMO UN PÁJARO

Cerrar los ojos.
Abrirlos en la suave
maleza de mis plumas.
Que cada mañana
me parezca
siempre la misma.
Leer cada día una página
en blanco del viento,
del sol, de la lluvia.
Llevar la escuela aprendida
en el torrente de mis venas.
Que todo lo que tenga
acabe en el filo
de mis alas.
No estar confinado.
Migrar.
Amar por instinto.
Mirar al hombre
como a una alimaña.
Ser siempre el mismo.
No demorar la muerte:
Caer de la rama
como a un agujero
sin fondo del sueño.
Morir sólo para morir.
Rubén Lapuente