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Se muestran los artículos pertenecientes al tema NIÑEZ ( 21 ).

EL REY DE LA ORILLA DEL MAR

20110623203601-el-nino-rey-de-la-orilla-del-mar.jpg

Para conocer el mar

miro a mi hijo

El niño rey de la orilla

El único capaz de vaciarlo

en un hoyito

Le veo a la carrera

bordeando

los pétalos de espuma 

de cada ola

huyendo

de esa suave lengua de agua

que siempre 

le zancadillea

 

El niño rey de la nadería

pellizcando

lo que el mar le regala:

esa vega de luz

de escamas de plata

o en la rosaleda

de nácar de la arena

esa concha  

que coge

la mira

la cierra en el puño prieta

y ya no la suelta

hasta que

en el bajío

del sueño

alguien

se la roba

 

Y embelesado él

siento como que el mar

le arrebata su pequeña memoria  

Y me vagabundea

Si se me perdiera ahora

 lo encontraría

en un instante

o borracho de arena en la orilla

o de pie en jarras

desafiando

las tarascadas

de las olas

o ensimismado

lírico entre las dunas

dejando escapársele

por entre los dedos

su puñado

de dorada

arena

 

Cuando ya le da la espalda la tarde

y me lo llevo

enarbolado

envejecido de sol y de playa

me vuelvo a esa luz

de esquirlas de acero

que el mar

me desnuda…

 

Mañana  mi hijo

se despertará

como la mar

¡qué envidia!

 naciendo

todavía                          

                        ©Rubén Lapuente

                           (Peñiscola)

23/06/2011 20:36 rubenlapuente #. NIÑEZ ( 21 ) No hay comentarios. Comentar.

PÁJAROS EN LA COCINA

20110212092848-pajaros-en-la-cocina-mi-ninez.jpg

Yo tenía diez años

Y pájaros volando

por la cocina

De sus azulejos

colgaba

una cepa seca

de nido

Yo amanecía antes

en un bosque

de cazuelas

que en mis cerrados párpados

Yo tenía en el hombro

el loro

del hijo de un pirata

Y una boca

en pico

de migas de pan

Y una lengua de trapo de lechuga

Y el columpio de Pinito del oro

en cada dedo

 

Yo tenía a mi madre

que iba tras las plumas

y las heces

 

Por el acantilado

de la mesa

tiraban

el tintín

de mis dos monedas

Y bajo

sus ojos

debajo de las plumas

se me aparecía un tesoro oculto:

sus mejillas

 

Y en la fritura

desde la platea del teatro

de la cocina

oía la coral dorada

de sus eternos trinos

 

Y sabían que era yo

el granjero

del silo

del alpiste

El del cuenco del agua limpia

 

Y creían que la luz de la lámpara

era otra vez

el sol de la mañana

 

Sobre mi cabeza

volaba con sus alas

dentro de mí

 

Una tarde

mientras mi madre

pintaba de azul

el yeso del cielo

se escaparon todos por el balcón

Y me apeé yo también

con ellos del paraíso

al oficio de vivir

                    ©Rubén Lapuente

Criaba canarios y las crías las tenía en la cocina volando libres por gentileza de mi madre, claro. Aunque ahora pienso que ella fue la mano negra(está perdonada)

De niño se vive en el hoy .Un día abandonamos aquella tarde de pájaros, de juegos: el paraíso y nos vamos una temporada al oficio de vivir .Con los años recuperaremos aquella tarde que dejamos a medias y volveremos a vivir en el presente.

Foto de Franco D´Albao

rubenlapuente

IN CRESCENDO

20101119181917-clarinetista-abel-lapuente.jpg

Arrastrabas

un cilindro de madera

engastado con cegadoras

llaves de plata.

Y parecía sostenerte

abrazado a tu niñez.

 

Con su tímido sonido

huías al fondo de la casa

y atrancabas la puerta

como la de una ciudadela

para que no nos llegara

el estridente arpegio

de un aprendiz sonrojado.

 

Pero, poco a poco,

fuiste quitando cerrojos,

dilatando el largo listón de luz,

acercándonos lentamente

los colores del sonido.

Y el ámbito de la casa

se fue poblando de escalas,

adagios, sonatas, fantasías…

El aire espeso de olas de notas,

vivía, vive con nosotros.

         

Y ya, qué importa

que el haz del tiempo

te mire y lo sigas,

que nos dejes con su lejana

espalda dibujada.        

Si rezuman las cosas melodías.

Si tenemos grabado en el tuétano

la partitura de tu vida.

                     Si ya somos

náufragos felices en el aire

eterno de tu música.

                               ©Rubén Lapuente

     Foto:  mi hijo Abel

EL IMÁN

20100916172113-el-iman.magnetita.jpg

Las cosas no son lo que parecen

Mira este imán

Sus días

de cuando yo sólo era un bicho

entre las piedras

El pequeño mágico planeta

de silenciosos hilos invisibles

 que por debajo de la mesa

mudaba  las tachuelas

en eléctricos  peces

Surcaba entre los pliegues del mantel

barcazas de latas de la cena

 Y de limaduras

como soldados traidores

formaba

en un tris

un ejército fiel

    

Las cosas no son lo que parecen

Mira este imán

Su entraña

¡Cómo me lleva al gesto de mi madre

de acomodarse la falda!

¡Al valle donde se perdía el miedo!

 

 Y si lo sigo mirando

Me aúpa

hasta la triste orilla de mimbre

¡Ay de mi niña hermana ya olvidada!

¡Ay de la que nació

del azul del zafiro enfermo!

 

 Las cosas no son lo que parecen

 Mira este imán

 Ahí dentro están

 los días

 en los que

 alargaba el brazo

 y sobre la palma de la mano

 me abría su enigma

       ©Rubén Lapuente

GUSANOS DE SEDA

20100719092405-gusano-de-seda.jpg

Me regaló mi padre

una caja de cartón de zapatos

con gusanos de seda

Era como tener

latiendo

en mi cuarto

un juguete con vida

que pedía

siempre

voraz

las solas hojas de un árbol

Y a la fronda

de moreras del cielo

subía yo el otoño

en la salva de mi balón

 

Siempre merodeaba

por mis deberes

la larva que yo quería:

Nómada

por el desierto

coloreado de mis láminas

Monstruo  por detrás del tintero

Si se atrevía

a remontar mi mano

mis dedos se volvían

pasarelas de un barco pirata

y sobre el mar

verde de morera

se arrojaba

solo

 

Crecían tan rápido

como mi señal

en los azulejos de la cocina

Un día

igual que como cuando me llamaba

secamente mi padre

dejaron su voracidad

su quehacer

a un tiempo

y desde el anclaje del aire

empezaron

a trenzar un dulce saco de seda

alrededor de sí mismos

Yo los veía extrañado

de que no dudase ninguno

de que su hilatura

no les encadenara

Los veía

al tiempo que mi madre

creía tejerme una bufanda

mi retorcida clava de lana

que blandiría al frío sol

de la otra pandilla

enemiga

Yo los veía salir mariposa

de donde no la había

¡Y con prisa de preñar paredes!

¡De morir!

Y recuerdo mis dedos

despegándose

de las alas

de aquella dulce carne de morera

que desde la ventana 

como una serpentina

de verbena

caía

 

Y titubear

subiendo la caja

a lo más alto del armario

dándole un empujón

para no verla

desde la puerta

                                   ©Rubén Lapuente

                                 Foto de Quico Ventana

DESTELLOS

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Hoy me he llevado al hijo al río

Aquí bordea el viejo arrabal

donde casi nadie quiere venir a vivir

¿Y quién se va a acercar a sus aguas

quién va a cruzar este puente de hierro

si al otro lado vigilantes cipreses

custodian la ciudad?

 

Nunca  se hará este río cicatriz

de agua en la memoria

 

Cuando estallaban los fuegos en otoño

yo me acercaba a sus ribazos

y por entre las estampas

de un cielo de noche

de bengalas

en el agua

buscaba  erráticos destellos

otros reflejos

escondidos

Y bajo el bullicio de las barracas

de madrugada

cuando mi brazo rodeaba su cuello

adelgazaba el oído

hasta  llevarla rumores ocultos

de sueños

que aprehendí

de muchacho

en su lecho

 

Hoy me he llevado al hijo al río

Por las calles

de la mano

desde sus tres primaveras

me habla con esa voz de pluma

con esa lengua de revoltijo

de su abecedario

que aprendo rápido

Si se aleja un poco de mí

me doy cuenta

de que es como un estandarte

enarbolado al viento

como si llevara de un hilo

una cometa de luz

siempre

viva

Como buen hozador

a cada paso

encuentra naderías

por las aceras:

un botón dorado ahora

que como un tesoro esconde veloz

 

Como dos náufragos

colgados del cielo

desde la mitad del puente de hierro

la espalda tan ancha del río

me golpea en la frente

y me recorre todo el cuerpo

Yo he venido

a las aguas de mi río

a arrojar

mi deseo

mi destello

que sólo yo lo veré

escarpado

eterno

mientras viva

 

Mi hijo mientras

mira el río como un gigante

Y empieza a darse cuenta

de su propia pequeñez

de su fragilidad

Imitándome

lanza su botón dorado

a las aguas

tan escondido ahora

tan inaccesible

que  ya por siempre

será un tesoro

su destello

solitario

y eterno

mientras viva

                       ©Rubén Lapuente

a mi hijo Rubén que  se acordará de este viaje

 

Foto: Puente de hierro sobre el río Ebro en Logroño

MARIONETAS

20100321211226-titeres-guinol-gorgorito-marioneta.jpg

Sorteando el tinglado

el teatrillo de la plaza

me alcanzó

un relámpago

de algarabía

Eran los inocentes gritos

acallando

añagazas de bruja

Alertando

de emboscadas

de peligros

al despistado héroe

a su novia pura

Demoré el paso

para quedarme

en el rumor de la estaca

resonando

en la malvada cabeza

de trapo

Y me volví

para volverme  a ver

en el recuerdo

sentado en el suelo

ligado

por la maroma de otros brazos niños

entrando  en la fábula

sin miramientos

completo

con las mismas muecas

de tirria

de apego

de desprecio

de alerta

de miedo

de júbilo

que las que veo ahora

Todos los sentimientos

allí juntos

en aquel teatrillo de títeres

en ese tablado de las emociones

que quizás me sirvió

después

para olvidarme

de mi mismo

en la penumbra de un cine

en la soledad de unos versos

en la agreste belleza que me rodea

o frente al deseo de un cuerpo amado

y  para ser

no como un niño

sino aquel mismo

que salía de la tramoya

como un limpio río risueño

colmado

de entregarse

a la hermosa mentira

de la vida

                    ©Rubén Lapuente

                    (Glorieta del Doctor Zubía

                     Logroño. La Rioja)

SIN AIRE

20100220142652-juegos-ninos-respiracion.jpg

¡Cómo sentía

la última luz

de la tarde!

Arrimado

a ese abanico de dulces radios

de sol

lucía toda mi piel

Me oía la respiración

como algo

que se sucede

inevitable

Como algo

que no me pertenecía

Aspiré

un sorbo de ese aire

de esa tarde

y la corté en mi boca

(uno   dos …)

Desde mi pequeño

oscuro mirador

veía

esa pulpa

de vida

desasosegada

su engendro creciendo

su loco braceo

el clamor de pie

su estertor

(sesenta   sesenta  y uno…)

el miedo

lo quebradizo de todo

mi resuello!

           ©Rubén Lapuente

 

foto  M. Gallego

contener la respiración era más

que un juego de niños

PRIMEROS PASOS

20100213093453-infancia-ninez-primera.jpg

Llegaba a casa

herido de oficina

Tarde

al último compás

de su breve pie

No sé en qué hora

se atrevió  

con la sima de una llanura

No sé cómo apareció

plantado frente a la puerta

tirando de la cartera

de mis papeles

como de una carreta

rota

Su manecita

me llevaba

me traía

por los rincones

de sus madrigueras

despertando

la jerga de las cosas

Me enseñó

el lenguaje de los pájaros

Cómo se avienta a los bichos

Cómo de una pelusa

sacaba el oro

de su pelo

Y se enroscaba

en las ramas de mi cuerpo

como la más bella

y larga cola de ardilla

Y mientras

el haz de su risa

se perdía en mi mismo

Mientras me miraba

como si me mirara el mar

cansado

dejaba caer sobre mi pecho

su fardel de vida y sueño

 

Y toda mi niñez  

retornaba

                     ©Rubén Lapuente

 

       Con el hijo se revive la niñez que no se recuerda

       Que no se te pase dos veces

LA MANO DE NIEVE

20090817182530-mano-nieve-antes-del-miedo.jpg

Nevaba

por una ventana

de la escuela

sin memoria

 

En el patio

corría perseguido

por dos breves huellas

que la nieve

me destapaba

 

Mirado y cegado

por aquel resplandor

metí la mano

en la blancura

y escarbé la veta

de luz

 

En la bicicleta

llevaba la dulce pala de la orilla

y hacía sonar

la bocina

sin cesar

para que todo saliera

a recibirme

 

Y junto al río fui

el hondero de la nieve

la gruta fugaz de un cuento

el feliz náufrago oculto

el parlanchín con lo dormido

 

Y extenuado

me tendí

sobre la gélida fragua de luz.

Sin fuerzas

me eché

sobre el tesoro puro de lo eterno

sin una pizca más de niñez

que arrancarme

   

Tuve que empezar a oír

lejanas y largas voces

para que todo mi cuerpo

tiritara.

                       ©Rubén Lapuente

 

al amanecer los niños montaron en sus triciclos

y nunca regresaron (L.M.Panero)

INFLUJOS DE UN BALÓN

20090301084829-influjos-de-un-balon.jpg

Bajo el brazo llevaba

un tesoro de amigo.

Antes fue

un rebujo de periódico,

un atado de hilas,

un limón verde y seco.

 

Dormía bajo la cama,

bajo mi sueño.

Yo hacía la tijereta,

la vaselina,

el remate de cuchara,

la rabona.

Y daba en la diana,

con los ojos cerrados.

 

A falta de campo

tomaba las aceras.

Bajo los motores aparcados

se quedaba preso.

Sólo me paraba el juego

el claxon de un vehículo,

el sobresalto en el corazón

de un estallido.

Subía al cielo

a mirarse en los cristales,

y acababa de rehén

en el balcón del primero.

Era la plaga

de las huertas en verano.

Del colegio sólo recuerdo nítido

las patadas a ese cuero.

Y el primer día de la camiseta

a rayas rojas y blancas

iluminada por mi dios falso de niño.

Y cuando me miraba ella,

regateaba hasta los guijarros.

 

Sobre el horizonte de mi ventana

ocultaba el cielo de estrellas.

Y lo iba a buscar hasta

en el fondo de un barranco.

 

Antes de ser

el héroe de mi sueño,

me rompió la rodilla

un defensa leñero.

Se desinfló mi balón de futbol,

aunque ahora mi infancia

sea mi propio hijo

y su sueño sea el mismo.

                           ©Rubén Lapuente

        para mi hijo Abel imán de todas las patadas

       sin más rodillas ya que romperse

PEQUEÑO PESCADOR FURTIVO

20090130075024-14877-fullsize.jpg

Para el niño

los playmobil

son casi sordos.

Y sobre ellos 

balbucea

su arenga

mojada en saliva.

 

Luego

les acerca al oído.

Escucha sus señas.

Y asiente

sereno

con la cabeza.

 

Sólo para quien

le espía

todo es una fábula.

 

Le faltaba capitanear

al que dispara

en el agua

balas de burbujas.

 

Y ha dejado

un vaivén

en la pecera.

Y le ha llevado

al universo

de su alfombra.

 

Del pobre pez cree

que su barboteo

y sus coletazos

son como los de

un perro amigo.

Y le registra

bajo las escamas

el botón que lanza

chorros

de granadas.

 

Pero el pez

se desmaya

como una princesa.

Y el niño,

lo agita, lo agita…

 

Algo ha hecho de malo

cuando vuelve

a dejar  un vaivén

en calma

en la pecera.

 

©Rubén Lapuente

BICHOS

20090113211949-21312-fullsize.jpg

Puro y sin memoria.

Hay una fiera

mugrienta en tu cuerpo.

 

Capitán de los arrabales

de la cocina.

Rastreador de cubiles.

En un adarme

trizas

lo invisible.

 

Tu ojo y tu reojo

sigue a todo

lo que se mueve

por el suelo.

Cuanto más veloz sea

más avivas

a gatas

para cazarlo.

 

Tu lenguaje

lo aprenden antes

los bichos

que los sabios mayores.

 

Al ácaro

lo encuentras riéndose

del suspiro

del arma de tu madre.

Al escarabajo

errante

le subes a la almena

de tu castillo

para enseñarle

el paisaje.

Y a falta

de enemigo

le encierras

                                 en la mazmorra                                  

con miga de pan

de almohada

y  puesta la llave.

 

Todo

hasta que el grito

de tu madre

aplasta contra la suela

de su zapatilla

tu amigo de viajes.

 

Ahí empieza

a enturbiarse la pureza.

Ahí nace la memoria.

Y hacina

la primera gota

de cobarde.

             

                                       ©Rubén Lapuente

                      

BURBUJAS

20090108070925-pompas.jpg

Tu soplo enjabonado

crea un universo

de lunas.

 

Tu te ves curvada

en el reflejo

de cada una.

Dueña

de cada planeta

de agua.

 

Si de pie

abres los brazos

caen pompas

de cristal

de tus ramas.

Y revienta

de la pulpa

tu zumo

de aire de niña.

 

Si corres,

la estela de burbujas

te muda en pez

con las aletas

de tus trenzas.

 

Yo

fanfarroneo con ella:

que si soy el mejor

cazador al vuelo

de burbujas.

Y le lanzo

una serpentina

de lunas de jabón

sobre la cabeza.

 

El momento mágico

de esa edad

no me toca.

Ella se queda rígida.

Sin duelo.

 

No es esa su lluvia

de burbujas.

 

                                            ©Rubén Lapuente

 

MI PEQUEÑO CABEZUDO

20081206142359-pequenocabezudo.jpg

Mi pequeño cabezudo.

Con tus ojos azules   

bajo el cielo de cartón

de la boca,

miras la vida

desde el orgullo chico.

 

¡Cómo oreas estas calles

con tu olor fresco y nuevo

de mágica niñez!

 

Casi nadie sabe quién eres.

Es un secreto.

 

Si me busca tu mirada

en un escorzo

me transmite dentro

un incendio de luz.

Suena la dulzaina

y revolamos juntos  

para anudarnos

a la memoria

de aceras y balcones.

Y tu nueva cabeza

se tropieza

y gira

a destiempo

de la que piensa.

 

Al pasar por nuestro barrio

acortas la cuerda

de tu ojeriza.

(No todo iba a ser inocencia)

Y azuzas a quien

garabatea su envidia

en tu pupitre.

A tus amigos

les encumbras

como reyes del amague.

 

Casi nadie sabe quién eres.

Es un secreto.

Pero tu madre

te ha visto la cara

grabada en los calcetines.

Y sonríe…

               Y no te delata.

                                      Ruben Lapuente

                                         foto de Enric Sirera

06/12/2008 14:27 rubenlapuente #. NIÑEZ ( 21 ) No hay comentarios. Comentar.

gigante

20081031214744-gigante.jpg

A horcajadas,

sobre mis hombros,

soy la mejor montura

para mi hijo.

Desde más allá de arriba,

sin miedo, sin vértigo,

lo mira todo

con ojos de un gigante.

 

No se bajaría nunca.

 

Le veo en los cristales

mirarse con suficiencia,

como que le vengan ahora

a  toserle  los malos.

Como no tiene riendas,

me agarra de los mofletes,

me tapa un ojo, el otro,

los dos, la boca,

y le mordisqueo la mano

para que no me ahogue.

 

Me clava las espuelas

si me paro en los escaparates.

El está a lo suyo:

a los coches, al bullicio,

a las luces.

En la cabalgata,

le dio la mano,

como un señor,

al Rey Baltasar,

sobre otro corcel igual

de alto que el suyo.

 

Y se lleva a casa

el calidoscopio

de toda la tarde.

 

               Se echa sobre la alfombra…

 

Y  bajo los párpados cerrados

se le iluminan los ojos.

                             Rubén Lapuente

31/10/2008 21:48 rubenlapuente #. NIÑEZ ( 21 ) Hay 1 comentario.

EL BIG BANG

20080924125137-big-bang.jpg2.jpg

Lo hemos llamado universo.

Quien lo deja que toque el suelo

lo mancilla.

Y pierde.

Y lo pena.

Lo avienta el soplo de mi hijo.

Yo le pinto dos  ojos

cercanos y una narizota

que al inflarlo

se van  separando

más y más

huyendo  por la gran curva

como un rebaño de soles

y planetas.

 

Lo lanzamos al aire.

¡Cuidado que vamos ahí dentro!

Ni el mejor portero llega

como nosotros:

con la coronilla

con las yemas de los dedos

con el trasero

con la punta del dedo gordo

del pie izquierdo.

 

Siempre rompemos  

algo en el juego

pero qué casualidad

de lo que los dos negamos:

Hoy,

ese jarrón de flores eternas

triste funámbulo

sobre el anaquel  vencido.

 

Y el universo,

en un despiste,

bota y rebota en el suelo.

!Papá has perdido!

 

Frente a mí

suspendo el universo

por su rabillo.

Mi verdugo se desternilla

acercándome el brillo

del alfiler a mi rostro.

 

Yo aprieto los ojos,

los dientes, el cabello...

mientras otro cosmos

se eleva entre los labios

de mi hijo.

                   Rubén Lapuente

SÁBANAS DE LUZ

20080621013329-01-20trango-20-20bajo-20las-20sabanas.jpg

                                                                           Mi infancia es mi propio hijo

                                        Mis rodillas levantaban

                         una montaña vacía:

                         Bóveda de otro planeta.

                         Bajo ese cielo 

                                  de sábanas de luz,

                         trenzabas niñez

                         entre mis piernas.

                            ¿Recuerdas?

                         Te ponía en guardia

                         un lejano zumbido

                         de aviones en mi boca:

                         "¡Que viene

                         la escuadrilla de besos!"

                        - te decía-

                         y mi mano enemiga

                         viraba hacia

                         tu escondite:

                         una algarabía

                         de aspavientos

                         y  risas.

                                                                                                                            

                         Luego,

                         ya en tu reino,

                         en tu guarida,

                         (índice y corazón

                         en zapatillas)

                         huíamos de un gigante

                         por la escarpada

                         ladera de mi pierna:

                         espalda de un dragón

                         que dormía.

 

                         Hasta la comba

                         de luz de la sábana,

                         saltábamos el cráter

                         de un volcán

                         de carnes movedizas,

                         y salíamos indemnes

                 de la maraña

                         del bosque de fieras

                         de mi pecho.

 

                         Al final, sólo

                         la voz firme y cálida,

                         cada noche repetida,

                         hundía nuestra bóveda,

                         hería de sueño

                         al pequeño acróbata.  

 

                            Rubén Lapuente

 

21/06/2008 01:33 rubenlapuente #. NIÑEZ ( 21 ) No hay comentarios. Comentar.

NIÑO PINTOR

20080609224319-dormido.jpg

El color,  ese sufrimiento

de la luz(Goethe)

 

 

Dale al brazo del viento

una tiza, un pincel,

un lápiz de colores.

Con ese brazo pinta mi hijo

lo que el tuyo:

la misma casa,

el mismo bólido,

el mismo sol amarillo,

y a un tipo con antenas

que siempre sonríe.

 

No titubea, no tacha,

no copia, no sufre.

Aprieta el color

para que salga más intenso,

más llameante.

Y, o rompe la mina del lapicero

o se queda sin fuerzas,

medio dormido,

sobre los colores.

 

Sin una pizca de pintura

en la memoria

lo que le sale es definitivo,

original, puro, sin patraña.

Y lo hace de carrerilla

como si llevara mucho 

tiempo en el arte.     

Luego pone su nombre

a la lámina con letras

desmedidas:

Y la olvida para siempre.

 

Y a otra cosa, mariposa.

 

     Rubén Lapuente

     de Sábanas de luz         

09/06/2008 22:43 rubenlapuente #. NIÑEZ ( 21 ) No hay comentarios. Comentar.

ADOPCIÓN

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Garabatea la niña

los ojos a su hermano.

Con achinadas rayas

los perfila.

Mejor:  los emborrona

con su rabieta.

De lo que debería

haber sido

un reflejo suyo

de Oriente, es ahora

una mirada recta:

moisés de otra ralea.

 

A la madre

sólo le queda

curvar su secreto:

marcarlo

hundiendo la uña

sobre la pintura.

Y en el viejo

atlas señala

un color amarillo,

un río de plata,

un pueblo oculto

bajo una peca negra.

 

La niña, se abraza

ahora a las cosas

con menos fuerza.

Vive aquí, pensando

en su mitad más lejana.

Teclea las letras

de su aldea

y baja su corazón

con el águila de la pantalla:

"Si pudiera respirar 

un instante de esa brisa"

Pero su hermano,

fabula ya desde

su batel de lágrimas

y asomada al vaivén

del sueño

la otra mitad de la niña

se despierta.

                                Rubén Lapuente

 

23/05/2008 14:55 rubenlapuente #. NIÑEZ ( 21 ) No hay comentarios. Comentar.

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