Se muestran los artículos pertenecientes al tema MISCELÁNEAS( 6 ).
APUNTES DEL UNIVERSO

Andrómeda
La bella Andrómeda me clava en los ojos su arpón de luz. El cabo de su jarcia que me baña ahora, partió de su navío en llamas, antes de que Adán naciera.
Corazón y deseo
Ella recuerda que la amé bajo la infinita noche estrellada. Yo recuerdo que la quise sobre un cuerpo inabarcable.
Farola
¿Quién de vosotros es el hondero? ¿Quién es el infalible con la piedra? ¿Tú? Mira. Me ha plantado el ayuntamiento en mi calleja oscura sin número, un Goliat con chistera negra, me han borrado el cielo de mis noches de verano. Ahora mi pequeño balcón, es la única rutilante estrella del firmamento. Detrás de este velo de luz para otro nuevo ciego, estará mi brillante Vega, Cisne volando por la Vía Láctea, mis lágrimas de agosto, Hércules, El Escorpión, El Sagitario Arquero, los lebreles de Orión cazador… Y cómo voy a ir al relente con mis años. Cómo volverme a tender sobre el embarcadero del embalse, si ya no sería tan hermoso que como cuando era yo un niño ¿Tú eres el hondero? ¿El David de la piedra infalible? Mira. Hazlo durante el estruendo de los fuegos en el puente, o en el revuelo de la verbena. Que tu piedra en el aire, de golpe, encienda todas mis estrellas.
Rueca
Su rueca hilaba el oro viejo de las gavillas de heno, el destello de plata de vellones de nieve, la tierra de siena quemada de rimeros de hojas muertas.
Sol
El sol vive en una noche de San Juan perpetua. Tiene siempre la delicadeza de taparse la boca con la mano si bosteza. ¡Que no titubee por dios!
Tímido
Al mirarle, baja en seguida la cabeza. Sólo en las noches de cielo limpio y sin luna, sale a su balcón con estrellas .Y ya no parpadea.
Universo
Qué locura es esta de universo, de huir de nadie, en andas de la nada, sin saber adónde.
Para qué tanta grandeza, tanta infinitud, tanta negra casa solariega, si una sola tarde sobre mi madre lo eclipsa todo.
El niño levantó un andamio de balancines de sillas en equilibrio para alcanzar en el altillo de la alacena el confitero de oscura luz de melaza. Lo destapó y en esa pulpa metió el dedito dulcero que luego se llevó a la boca, entrecerrándose a la vez los ojos del gusto. En la tapa, aún no sabía leer, venía una leyenda escrita por su padre: Peligro. No abrir. En este Universo se me olvidó incorporar la ley de las trastadas de los dioses niños.
©Rubén Lapuente
GLOSARIO DE LA TARDE

Amnesia
Mi hijo ya no recuerda su infancia, sin embargo la mía la he recuperado viviendo la suya.
Dignidad
Ese gesto de rechazo de Jesús el Galileo al acercarle a los labios en una rama de hisopo una esponja embebida en vinagre te debería siempre doler de (impía) sed de horror.
Envés
Bajo la almohada corre un fresco río en el que sólo navega muy suave el dorso de las manos.
Haití después del terremoto: más de lo mismo de antes
Cómo contártelo para que lo sientas. Aquí en Cité Soleil (Puerto Príncipe, Haití) te daría vergüenza recordar tu infancia. Sería un insulto. Mira, sólo tienen para dormir el estómago unas galletas de adobe: Arcilla, sal y manteca. “No me saben feo, me quitan el hambre” Te dicen esos niños, vivaces como lagartijas, tramposos, de vuelta de casi todo. Y te sacan la lengua tiznada de tierra. Aquí se tienen muchos hijos porque la mitad se les mueren. Los colonos les dejaron un inmenso claro de luna. Una tierra enferma que no se queda entre los dedos. Pero eso sí, comestible. Y un mar doliente de deuda. Un país que se liberó de su esclavitud y que ahora comercia con sus hijos. Los llaman los “restavec” que significa “quédate con” Por 50 dólares, con sólo siete, ocho, nueve años, los venden como criados a otras familias sin escrúpulos. Son los nuevos esclavos: Los nadie, los hijos de nadie, los dueños de nada. Que ahora mismo están odiando en su infierno negro.
Heroína
¡Intrépida mariposa cruzando el mar de flor en flor de cada ola!
Juguetes
Pasó una niñez maravillosa: no dejó ni un juguete en pie.
Mar
Cuando llevé a mi hijo por primera vez a que viera el mar nunca pensé que fuera él el que me lo enseñara tan hermoso en el perfil de su rostro niño.
Pie
Cuantas veces de noche entramos en los brazos frescos del sueño de la mano del pie asomado fuera de la cama.
Solitario
Cuando voy solo por el bosque de hayedos y robledales de Cameros me gustaría que alguien me acompañara para compartir la sensación de algo único que se pierde en uno mismo.Pero cuando voy acompañado preferiría ir solo que esa sensación se me queda a medio camino entre las ramas y mi solitario corazón.
©Rubén Lapuente
APUNTES DE OTOÑO

Acebo
Miraba el amanecer en las hojas del acebo.
Amante
Cuando él le dijo que parecía que siempre estaba con otro, ella dejó de fumar.
Amor furtivo
Oyeron una arcana llamada de otoño. Dejaron la piel falsa en el coche. Ya como dos venados al vaqueo de cazadores, a la andanada de furtivos. Enamorados pandearon los cuellos para el cortejo mutuo. Pisaron los brezos con sus propias manos. De la cordillera del dorso de ella bajaba un reguero de baba. Un disparo segó la llama, les reconoció desnudos. Y corrieron hacia el coche perseguidos por una jauría de perros que les miraban como venados.
Descanso
Cada noche, al despertarle la próstata, el teatro del sueño también le daba una tregua,bajando el telón del entreacto.
Dulce
Demoraba tanto la dulzura en la cama que embotaba sábanas en almíbar.
El hombre que acariciaba a los ciervos
Me encontré en el bosque a un hombre llenando sacos de maleza. Hago jergones de hojarasca para la noche de los ciervos, me dijo. A cambio, me dejan ellos acercarme tanto, que la caricia de mi mano temblorosa ya vuela sobre sus lomos de bronce.
Estrías
Después de dar a luz, la sirena que tenía tatuada en el vientre se quedó encinta.
Jardineros del otoño
Ayer los vi saliendo del bosque. Bajaban por la ribera del río hacia la niebla dorada de los álamos. Los reconocí porque tenían la melancolía presa en la mirada y al sacudirse la polvorienta ropa de trabajo, dejaron tras de sí una estela fatigada de oro.
Peluche
Del altillo he salvado la vida a mi viejo ciego peluche. Tiene la misma edad que yo. Y aún esconde mi miedo niño de oscuridad.
Sal de la vida
A los pájaros que rondan mi casa les veo picotear el muro de piedra de la fachada. Creía que afilaban sus picos en el cemento. Pero es el salitre que rezuma la pared lo que buscan y saborean. Y todas las mañanas se dan un ágape de granos de sal de la vida. Disfruto viéndoles suspendidos en su escalada libre. Y no haré nada para espantarlos. Y eso que debería velar por su salud, que ahora el colesterol lo tienen por las nubes.
Tronar
En la orquesta sinfónica del bosque nada ni nadie desafinan.
©Rubén Lapuente