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La chica de la tienda de golosinas

Como una boca
que enseñara
su dulce paladar
sube la verja
de la tienda
a toda la barriada
Antes
ha espantado el vaho
del frío
en la harina
Ha rebosado
de mil y una
delicia
cada cubeta
Ha dejado escapar
el perfume
del caliente hechizo
de lo recién
horneado
Y espera
de pie
la marea
de una avenida
Aquí compro yo el pan
los caprichos
y avanzando en la fila
miro a la joven
y bella
dependienta
que pesa en una oculta
balanza
los dulces sueños
de la niñez
de muchos
Que en aljabas de papel
embolsa
barras de pan
como flechas de amor
Que registra los bolsillos
a niños rateros
a rectos y maduros forajidos
como la adalid
del barrio
de un cuento
de policías y ladrones
Y la veo salir
radiante
sirena a la proa de un almacén
de golosinas
ebria de embates de olas
de mar de azúcar
Avanzando en la fila
al anochecer
ha sostenido ya tantas miradas
que cuando
me toca a mi
todos los caminos
los atajos
a sus ojos
están hollados
De pronto
de la calle
oigo un viril silbido
como un trueno en el sueño
que la enciende
Entonces
llevándose a la boca
la última golosina
baja de un tirón
la verja de la tienda
y en ese dulce instante
comienza
a
vivir.
©Rubén Lapuente
Foto : Leyre :la chica de la tienda de golosinas de el ángel de Gran Vía
ODA A LAS BARRACAS

Hoy es la fiesta
amor mío
Venga!
Vamos!
Que han descargado ya los sueños
Que vivir
del ayer
es empezar a verse
morir
despacio
Iremos primero
a los fuegos
en el río
Yo apoyado en el tronco
de un haya
haciéndose de oro
Tú
recostada
sobre mí
aturdida
entre el estampido
de un bello torrente
de fugaces luces
y mi boca
deshojando
tu rendido
lóbulo
Por un aroma
de buñuelos
de nubes de algodón
rosa dulce
de manzanas de piel de caramelo
entraremos luego
a las siempre eternas
barracas
Un carrusel
de caballitos
de madera
despertará a ese niño
que en cada vuelta
regresaba
feliz
al principio
del mismo
cuento
Subiremos
a la noria
temerosos
de la altura
del vértigo
Bajaremos luego
como echados
de nosotros
livianos
como aturdidos pájaros
En los autos de choque
en los que luchan
todos
contra todos
pero nadie
contra nadie
alguien
nos señalará como enamorados
y pondremos
pies en polvorosa
trazando en la pista
fugitivos
e infinitos
y locos
ochos
En las casetas
de tiro
derribaré muñecos
partiré en dos
mil palillos
traspasaré el centro
de todas las dianas
como si flechara
tu corazón
Y todo
por un oso gigante
de peluche
que alguna vez me robará tu pecho
Venga !
Vamos
amor mío!
Que las barracas son
flor de un día
Que hay un mago
que de la nada
las hace aparecer
¿las oyes?
Y que en un abrir
y cerrar de ojos
se las lleva
©Rubén Lapuente
ODA AL ALBORNOZ

Aquí está la calidez, como un lento abrazo desprevenido como si fuera el pelaje de un shar pei o el dócil león de felpa con el que me peleo sobre la cama por desaparecer un momento, ese viejo roce de algodón pequeño gran deleite que por primera vez siento que puedo retenerlo al enfundarme en su abrigo largo como un hábito arrollándomelo por su rollizo vacío de mangas como dorsos de almohada de elegante cuello de esmoquin que subo y me sella toda su caricia. Ceñido por un cinturón que si desato una larga abertura baila al paso del acertijo de mi cuerpo: cobertizo de los besos cuando el cordón lace aquella escurridiza cintura. Pequeño gran deleite que me hace sentir cada rizo como lenguas de rebaño abrevando en mi piel: esponja diaria a mi escarpado mar dulce, que en las mañanas de invierno asaetado de frío me guarda en el envés su tórrida sangre de estambre. Ahora que lo llevo puesto todos esos pequeños grandes goces los siento a flor de piel de albornoz. ©Rubén Lapuente
ODA AL JEEP WRANGLER

Como un negro
caballo percherón
relinchaba
en el escaparate.
Su mirada montaraz traspasaba
los cristales:
llegaba hasta el lugar
donde la vida coincide con uno.
Y me subí
a su montura.
Tomé su redondo y montes ronzal.
Así mis nervios
a la tralla
de los suyos.
Ahora me deja
en las cumbres
junto al dios de la niebla
y al pie de la pureza
del agua helada
del arroyo.
Me acerca
al candente bramido
del encelado ciervo.
Me traza estelas de nieve sin miedo
por todos los eneros.
Y en medio de los truenos
bajo la tormenta
amo su silueta
de guerrero altivo
que se calla la muerte.
Algún día
me acercará
al único crepúsculo que me haga
saltar las lágrimas.
Me quedo con este
planeta de hierro
que me deja en la belleza abstraído
sin cabida
al fin sin pensamiento!
© Rubén Lapuente
Foto en Mojón Alto con mi jeep Wrangler