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A MI JERSEY

Hay cosas que
las sostiene su envés
Esa trastienda
donde siempre una misma
joven brisa
ronda corazones invisibles
Donde una rosa
se turna
tapando
cada lenta agonía
Hay cosas
que no se tambalean
Me pasa con algunas
fotografías:
con retratos que andan solos
Con mi vieja cama de latón
Con cierta pintura…
Pero sobre todo
con este jersey
de lana
que espera alguna tarde
en la palomilla del armario
el recuerdo
del ala de mi mano
Y que esconda
el reclinar de un cuerpo de muchacha
o diamantes de saliva
de besos furtivos
que tenga
pequeñas lágrimas de rozaduras
de tumbos de bicicleta
en su regazo
o agujas de rocío
de noches
en el balcón colgado
de mi ladera de trinos y estrellas
que tenga esa última
huella
de su palma en mi dorso
como un puñal infinito hundido…
no me basta
para comprender este
idilio
que dura
más de treinta años
Hay algo más aquí
que una larga hebra de la memoria
De trama
de estambres de jirones
de vicuña herida
en alambradas
al viento helado de los montes debe
estar hecho este bicho
que parece
ajuar de piedra
Y siempre
con la misma edad
Como si lo estrenara
cada vez
Me gustan
esas hebras de tierra
Esos pequeños vellones azules
blancos y naranjas
que giran en mi torso
como astros
ya alejándose
pero de su enfermiza
bella palidez…
Y que aún me embriague su cárcel
Por la casa me
lo pongo alguna tarde
y me sonrió
pensando que algún día
podría cansarse
de mí
como si
fuera indigno
el que yo lo llevara
¿Pero por qué no veo un harapo?
¿O es ya un harapo?
¿Por qué no se tambalea
como yo?
©Rubén Lapuente
BOLSILLO ROTO

a Carmen Sevillano
Es como si me estuviera dictando
o cosiendo los versos
Qué fácil inclinarme para beber
en el cuenco de mi mano
el agua de su fuente de hilachas
con rumor del pedaleo
de su eléctrica rueca
en el runrún del desfile
de sus puntadas exactas
en este cuarto de hilandera
cuyo ruido de fondo
semeja un café bar
con modistas musas…
A la huérfana soledad
del silencio
tirado
en su cita conmigo
ondeándome su red
de banco de peces del dolor…
que no me espere!
Me quedo aquí
junto a sus bártulos
frente a sus criaturas
Y me enseña el arrullo
para el hijo de Viviana
para esa triza de trino de colibrí
sin naricilla aún
o el faldón para la hija de Elena
aún esqueleto de plastilina que ya pone
el oído en la pared de su vientre
al que en un santiamén
le borda un tallo de rosas
de profunda y oscura belleza
con un tono distinto
en cada una…
Me enseña cómo va
la alfombra de almazuelas:
ni lavándome con una libra
de perfume de nardo puro los pies
merecería pisarla le digo
Y ya casi se me olvidaba
que yo había venido
para no oír más el tintín
de mi manojo de llaves
cayendo por el tobogán de mi pernera
Que tengo el bolsillo roto
Y qué vergüenza no saber casi
ni enhebrar una aguja!
Oh Mientras le cose la herida al pantalón
No se da cuenta
Pero por dentro mío
no sé dónde meterme
©Rubén Lapuente
A UNA MÁQUINA DE COSER

a Carmen Sevillano
Tan convencida
Tan deprisa
Eligió
su trocito de enser
de herencia
de su casa cerrada
ya sin vida
Ayer
la arrancamos
con toda su larga raíz
de hierro
hundida
en la dehesa
De camino
en cada curva de la carretera
la mano de ella
sobre su costado
era como
un brazo
amigo
sobre la espalda
“Ponla ahí bajo la luz de la ventana
que se limpie de penumbras”
Al abrirle las gavetas
los botones bostezaron
recobraron la memoria:
“¡Si todos tienen el rostro de su ropa!
Mira estos dorados
son de la guerrera de mi padre
Estos grabados de anclas
son de trencillas
de bocamangas
de trajes de comuniones
de mis hermanos
¡Cómo me devuelve este de nácar
aquel rosetón de cintas
de mi primera blusa!
¡Mira!
¡Si tiene carcoma!
¡Si parece de tan herida
rueca de luna!
¡Ya me la estás curando!”
Oh como la entiendo ahora
Si se ha traído el zumbido
de ese pedaleo de vida
en la casa
El que trenzaba hebras de luz de sol
cada domingo
¡Y todas las tardes de su madre
sobre hilachas!
“Ponla ahí bajo la luz de la ventana
que se limpie de penumbras”
Su trocito de enser
Su pequeña gran herencia
Que ahora alegre
en silencio
sólo coserá
recuerdos vivos
©Rubén Lapuente
El Rasillo de Cameros (La Rioja)
LOS "HIJOS" DE MARTA ARJONA

En mi mano un jabón sólido
de los que hace Marta
para lavarse la cabeza
a la manera
de como lo hacía
aquella lavandera de antaño
que restregaba
que sacudía la ropa en el río
sacándola el cansancio
llenándola
otra vez
de sol
y a la que
por un momento
las manos
le brillaban en la espuma
Marta se pone
el delantal
y parece
como si fuera a hacerte
unas magdalenas
pero lo que
en realidad amasa
es una harina
que hace con arcilla roja
empapada en aceites:
hoy de palmarrosa
con el de cedro del atlas
y el de lavanda
que así la nieve
del fondo de tu maraña de pelo
se derrite
poco a poco
que así
ya no van sintiendo
cada uno de tus cabellos
esa pequeña
punzada
de aguja de dolor
que te hace dispararte
a ciegas
con todas las uñas
Y todo le viene por leer
en el reverso
de los botes de cosmética
ese elenco de actores
de nombres tan macabros
que le hicieron sospechar
que de su vientre
nunca saldría
esa necesaria comunión
de las cosas diarias
con uno mismo
Y así
le nace este jabón virgen
que bajo la ducha
al restregarte con él
la cabeza
te parece
que es la misma Marta
aquella lavandera
que ahora
en vez de ropa cansada
se lleva tus cabellos
a lavarlos al río
y a la que por unos segundos
le brillan las manos
en la espuma
©Rubén Lapuente
EL LIBRO DE LOS DINOSAURIOS

Hoy me ha cogido de mi biblioteca
un libro animado
De esos llenos de desplegables:
El de dinosaurios que se levantan
y saltan tras abrir la cubierta de cartón
Y frente a esos enormes viejos
amos de carne de papel de la tierra
emergiendo del fondo del libro
vamos viendo fascinados
en cada doble página
cómo cobran vida
Y más al ir leyendo esas historias
de huesos y huellas en las rocas
de nadie ahora vivo
o el de su misteriosa desaparición
Es mi vecino de casi cuatro años
que si le regalo mi tiempo
de un rato infinito e íntimo cuando pasa
lo hago a cambio de cobrarme
esa estela de aroma de yerba
de niñez recién cortada que tiene
o a cambio de ponerme
debajo de la lluvia de oro de su risa
Y es que cuando la vida para uno
empieza a ser ya una cuenta atrás
menos mal que viene
este pequeño “Dino” de relevo
que me deja paladeando
esa huella del asombro de la inocencia
en esta piedra mía del corazón…
fósil que nadie descubrirá mañana
©Rubén Lapuente
EL FUTBOLÍN

Por el camino de cabras
de la escalera de caracol
lo he subido a la buhardilla
A mi refugio
Yo nunca he querido
crecer muy deprisa
que
¿sabes?
así envejeces mucho más rápido
y entonces seguro
te mueres más joven
¿no?
Y por eso me lo he comprado
Para creerme que se alarga mi vida
Para que la muerte
se vuelva perezosa
Se entretenga
con este clamor que viene
tan puro del pasado
Algunos no entienden
que hace ahí
“Cómprate mejor un sofá de flores”
me dice el hortera
o el gracioso de turno
Pero otros lo rozan con los dedos
Esos son de los míos
Tiene un perfume oculto
que no todos lo captan
como de tiza azul de billar
como de césped de madera
con su sonido de fondo
de garito
que evoca la memoria
de cuando entrabas
en la boca de la vida
de cuando estrenabas
tímida flor de carne
de la temblorosa
Y es como el de los bares
“Tráigamelo desmontado
que por ahí sólo suben las cabras”
le dije al de Don Futbolín
Y no es para montar
timbas con los amigos
Ni para recobrar
nada de nada de nada…
Ya te lo he dicho:
Sólo es para envejecer más despacio
Los sábados a la noche
juego una partida
conmigo mismo
Y contigo también
si pasas por El Rasillo
Tú que quizás me entiendas
Ah! Pero yo me pido al Madrid eh?
©Rubén Lapuente
ISABEL Y JOSÉ

Fue cuando la habitaba el dolor
que Isa y José venían a casa un rato a verla
Creo que eran los jueves
Él trabajaba la madera
La vestía de bella piel desnuda
La hacía flor
La nacía
Le veías en las manos
el hilo de su casa en Matute
que se la hizo él solo
con piedra y talados pinos
negros de su amada Soria
De muchacho
entró en una carpintería
Y de hombre ya maduro
ha tenido que salir
malherido por ese falso corazón
de avaro ladrillo hueco
y sin ni una viruta de oro
de madera en el pelo
Venían a la tarde
Y sabiendo de su miedo
de su futuro temblando
de su paro que se agotaba
ni les veías un rictus de incertidumbre
Sólo hacían que por entre
los labios de ella
asomara sonriente
los dientes del cansancio
Ahora han cogido en arriendo
una tienda de su barrio
Y ayer
tirando del carro de la compra
nos presentamos allí
Y pusieron el grito en el cielo:
Que cómo veníamos
Que no estábamos obligados
Que no era nuestra barriada
Que veníamos de muy lejos
Que no teníamos que hacerlo
Quizás ya no se acuerden
de cuando la habitaba el dolor
e iban a casa un rato a verla
Este perfume de huerta
no es el mío- nos dice José – al irnos
Nosotros sí que sabemos
que será todas la semanas
creo que los jueves
el nuestro
©Rubén Lapuente
a Isabel y José
UN DÍA EN LA VIDA

Antes de que suene
el soniquete del despertador
ya te has levantado
vivaz
falto de sueño
Al entrar
le das los buenos días
a la chica de la tienda
la que parece que con sus manos
te ha horneado
hasta el trigo de la luz
del aire
de la oficina
en la trastienda
Y que tan profundo
respiras
Y ya te sumerges
en la rentabilidad
de las obleas de miel
o en el de las tizas de regaliz
Y piensas cambiar de sitio
los besos de azúcar
Y los corazones de princesa
ponerlos en la entrada
Y te llega mezclado
el olor del pan de bogavante
con el de sol de maíz
junto a ese de cristal
tan crujiente
que parece hecho
con harina
de espejo
deshilachado
Y vas recibiendo
a mercaderes
que te vuelcan su alforja
de mil y una gollerías
sobre tu mesa
Tantas
que al final de la mañana
parece
que vas a dar
un festín
en la oficina
De vez en cuando
mientras haces las cuentas
estallas en la boca
una macadamia
o un puñadito de arándanos
o de jengibre
y siempre con un par de avellanas
con las que haces
malabares
al salir del trabajo
Y ahora que subes por las escaleras
los noventa peldaños
llegas a casa
acompañado
de un nuevo
fiel amigo
que no calla
que parece como si ya fuera tuyo
y tiene el mismo ladrido
de lebrel en corazón
que el de aquel niño
que se apretaba la mano
en el pecho
para que no se le saliese
Y comes frugal
que no sea
el estómago quien
de la tarde de un sueño de versos
te la llene
de tamo de paja
o de hojarasca
que la poesía
bebe mejor del hambre
Y escribes esto
Y a media noche
echas la jábega del sueño
sobre el lomo de plata
del mar del día
que te deja
cada vez
un poco más huérfano
al irse para siempre
Y ya de madrugada
te despiertas a deshora
y hasta que suene el soniquete
vas pasando revista
por tus habitaciones
en silencio
donde en una sabes
vive ese pequeño dolor
que espera
que lleva
escondido dentro de ti
más de mil años
©Rubén Lapuente
Foto Leyre en el ángel de Gran Via
BONITA

Hoy subimos hasta la ermita
a coronarnos de otoño
Mientras ella le cuenta algo
le reza no creo
Mientras tira del hilo
para llegar
al otro cabo de su manto
Yo ojeo el libro de visitas
De todos los rincones de España
le piden salud
Y amor
Y trabajo
Algún gracioso le da la dirección
para que le mande un tesoro
Pero todos escriben bonita
Con una migaja más de luz
o de milagro en su cara sale
Yo nunca le pregunto
nada de credos
menos cuando subimos aquí
que tampoco
pero es que hay silencios
que hablan…
Estrenando alfombra
de lana virgen de hojas
bajamos en el coche muy despacio
jugando a ver quien ve
el haya con más oro
Mira ésa No Ésa Ésa
Por el espejo retrovisor
enmarcada veo
la ermita
que se transparenta
Ésa Ésa le digo
¿Cuál? Pero ¿cuál?
(creo en esa mentira
que la completa…)
Ésa La de atrás
La más bonita
©Rubén Lapuente
(Villoslada de Cameros)