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HIJOS DE LA ARENA

Bienvenidos los hijos de la arena
Los hijos de las nubes
Bienvenidos
Los que nacisteis en patrias de lona
Los que ya sabéis de memoria
el camino de las estrellas
Bienvenidos
Sólo erais un puñado de fosfatos
Un cesto de peces
Y os dejamos tirados
Treinta y ocho años
lleváis tirados!
Bienvenidos los futuros guerrilleros
a estas dunas de piel de toro
a estas cegadoras luces de neón
Bienvenida vuestra memoria de pizarra
De fuego en las frías noches del desierto
Que no podéis olvidar nunca
nada jamás
Que cuando se os muere un anciano
se os muere también un libro
una canción una leyenda…
Bienvenidos
los que soñáis regresar
adonde nunca habéis estado
Pequeños héroes descalzos
bienvenidos
a nuestra nevera
a nuestro grifo eterno
a nuestro emparrado sol
a nuestros corazones
Bienvenidos niños saharauis
de Vacaciones en Paz
Ojala no os bebáis todo
el veneno que os daremos
©Rubén Lapuente
4.500 niños saharauis de los campamentos de refugiados
pasarán el verano con familias solidarias españolas
40 en La Rioja
EL PEZ QUE SUBÍA LOS RÍOS

Mira ese reflejo
contracorriente
esa luz
de lomos plateados
Parece que boga
una esquirla
de luna
en el río
Mira su timonel
el que tira de su corazón
es un héroe
loco
romántico
enamorado
Escuchó
en la noche profunda del mar
el temblor
de esa oculta sirena
a rebato
del universo
Y ahí lo tienes
con su hatillo desnudo
al hombro
Míralo
eligió un camino
incierto
resbaladizo
peligroso
Oh tan lírico
Vuelve a su moisés
a su niño antiguo
a su agua pura
muy arriba
en lo más alto del río
a tenderse
con su hembra
en un fresco
lecho
de freza
A decirle amor mío
A florecer en la muerte
echando a rodar
río
abajo
la rueda eterna
de la vida
Pero
Ay!
En cada
quiebro
aguas arriba
le acecha
una celada
un zarpazo
Un azud
se levanta
de cada canto
rodado
Oh
Que le pongan unas alas
que le enseñen
a saltar
con una garrocha
que le suban
en volandas
que le quiten esa angustia
esa muerte
a deshora
o mejor que desaparezca
ese hombre
que no sabe
leer
en sus lomos
oh salmón de plata
los mejores
versos
que se han escrito
©Rubén Lapuente
la especie está al borde de la extinción debido a su muerte en aras de alimentar el entretenimiento de los “deportistas” y a la degradación del hábitat fluvial por obras, contaminación y el aumento de los obstáculos a la subida de los peces a las zonas de desove. La pesca sin muerte sería una solución. El salmón vuelve al mismo rio que le vio nacer pero hay que dejarle llegar arriba.
Y GALGO CORREDOR

Por tener un perfil egipcio
no regalan por aquí pedigrí
Ni por haber velado los sueños
muertos de algún faraón
Aquel barquero tuyo del más allá
¿Anubis se llamaba?
estaría ahora desanudando una soga
embalsamando tu cuerpo
mojado en sus lágrimas
Y nadie sabe aún
que al levantar la cabeza
se cruzan por tus ojos
todas las lunas de tu estirpe
Ni de tu silencioso ladrido
que suena a madrigal
Que eres todo ligereza
Que eres un mar en calma
en cualquier casa
Nadie sabe
que tu esbeltez
le haría a tu dueño más bello
A mí me pareces
el lebrel de un dios lírico
¿Pero alguna vez hubo
hombres de verdad?
Tu torpeza
es correr demasiado
y así te tienen ansioso
en zulos de un sólo hilo
de sol polvoriento
atado al radio de vida de una traílla
dándote ese manjar
de mendrugos de pan duro
creyendo que la gazuza te montará
luego en relámpagos
Que tienes que salir al sembrado
estrenando luz nueva
en los colmillos
Tu torpeza es adivinar
el quiebro de la liebre
por un atajo
y ahí aparece en un gesto torcido
el reverso del hombre
al que una herramienta mellada
no le sirve
Y entonces
ya ni una bala vales
©Rubén Lapuente
LOS NIÑOS DE LA GUERRA

Al lado de un perfume
De un emblema
De unas agujas de oro
barriendo la esfera del tiempo.
Ahí,
la valla de la niña en el horror.
La nómada del miedo.
Como la marca
como el reloj
como el aroma
se te irá quedando grabada
pero como algo extraño.
Seguro que el camino
en zigzag de su gesto
poco a poco
te irá encogiendo algo
de muy adentro.
Y al no venderse
Cómo olvidarla.
Se apagará la fragancia.
El lema se te hará tedioso.
El reloj será sólo la rutina
de su tic tac en la muñeca.
Pero allí,
en las vallas,
en las marquesinas de las paradas
de los autobuses
en los diez segundos
del televisor y sin palabras.
Allí,
la mirada que no se esconde.
La que rasga la placidez,
taladrándote
camino o a la vuelta del trabajo.
o en la cómoda butaca
a la noche
Ahí,
la cara de la niña en el horror.
La nómada del miedo.
Hasta que un día
alces la cabeza
del todo
ya sólo para sonreírla.
Para llevarla cerca de los labios
Y tatuarte en la piel esa mirada
Que es sagrada
Que no se vende
Que nunca olvides
©Rubén Lapuente
LAS MUERTAS DE JUÁREZ

El Ateneo Riojano se ha unido a la iniciativa de Escritores por ciudad Juárez y ha organizado una lectura solidaria de poemas y textos el día 1 de septiembre, este poema es mi contribución
Siempre es una joven
pobre y bella
maquiladora rezagada
por una calle de arena sin luna
Se llama Esmeralda o Laura
o Jessica o Yazmin o…
Son cientos de ellas
con la cena fría sobre la mesa
Y tú o yo
que todas son
nuestras hijas o hermanas
esperándolas
empezamos a imaginárnoslas
¡Dios mío!
arrebatadas
sintiéndolas en su escalofrío
al oírles atadas murmurar su muerte
Con el horror
encima de sus tiernos cuerpos
pero el horror del espanto gozando
de su miedo desnudo
Cercenándolas
atrozmente
mientras las ultiman
Y como un neumático viejo
como el rebujo de un paquete
de cigarrillos
las tiran
a los arenales del valle
Y es así como se despierta en Ciudad Juárez
desde hace más de veinte años
Y como nadie te llama
vas a la morgue a preguntar
por unos huesos que han aparecido
por la prensa
y si hay suerte
al cabo de una asquerosa espera infinita
sales con un despojo dudoso
y con una palmada de pobrecito
en la espalda
Y ya no dudas
de que la policía cierra los ojos
de que las pesquisas
son aviones de papel
dando la vuelta
a una mesa con destellos
de espuelas
de que hay un entramado
abyecto
sin fisuras
intocable de impunidad
Y tú o yo
que todas son nuestras hijas
o hermanas
trocando sangre de pobre en rabia
recalentamos aún la cena
todas las noches
©Rubén Lapuente
Foto: cada clavo es una mujer muerta o desaparecida
TIRACHINAS

Íntima arma blanca
aneja a la piel de la niñez
de rama en horquilla
de badana de lengüeta de zapato
de goma de cámara
de rueda rota
En el bolsillo de atrás del pantalón
cosía galones de capitán
de diez años
Del olvido de la memoria
retornas
a la almohada de muchachos
que viven sin vida
ni esperanza
en una franja
Regresas
de un bandarra al sol
de veranos en el río
de un planeta de gorriones
de sueños infantiles
que aún ruedan
al espejo vergonzoso
del brillo de charol
de unas botas
Osadía que lanza tus esquirlas
apedrea el odio
de vivir sin vida
en una franja
sin esperanza
mientras el mundo
sólo te recuerda
si caes de bruces
o si alcanzas a Goliat
con tu tirachinas.
©Rubén Lapuente
MOLINOS DE VIENTO

Por detrás de las hélices bajaba el sol lanzando sus andanadas de luz; a más viento, los élitros giraban más deprisa, cribando los hangares de hebras de lumbre en miríadas de escuadrones que ametrallaban los tejados, las ventanas, las paredes;…de tanta centella de oro viejo que nos cegaba volvíamos las espaldas al crepúsculo;…y en la brisa de la noche como un inútil Quijote de rodela y lanza en ristre, masculla el hacha del leñador de aceñas de viento: “toc, toc, toc , ese traqueteo contra el gigante que se lleva el patio del recreo ,el paisaje de la vida, la futura memoria por gruesos cables como trochas; toc , toc, toc, por la niñez del corazón golpeando en los fríos filamentos que candentes sólo lucen olvido”
©Rubén Lapuente
Si aprendes a volver la cabeza. Si no te sangra la memoria. Si cuando el sol está por detrás de los molinos y todo tu pueblo, todo el valle, parpadea con ruido (efecto discoteca) y lo aguantas Si piensas que los extraterrestres están a punto de invadirnos, entonces, pon un molino de viento en tu vida. ©Rubén Lapuente
EL GUERNICA

¿Vienes de ver el Guernica de Picasso?
Te acercaste a la pintura como te dije
sin intentar comprenderla limpio
como si vieras una noche estrellada?
¿Te imaginabas que pudiera alguien
dibujar así el horror de la guerra
tal como si rasguñara en el estómago?
¿Sabes que cuando la bombilla se mece
la única coraza de los inocentes
es apretar los dientes cerrando
a la vez los ojos?
¿Cuántos sádicos quedan que aún
piensen que bajo los tejados
sólo habitan alimañas
estrategias para descorazonar
al enemigo?
¿Seguiste el grito de dolor
de la mujer hasta perderlo
por el filo de su lengua?
¿Le viste los ojos convertidos
en laguna de lágrimas?
¿Y los pechos lacios de pronto?
Duele ese dulce rostro dormido
de muerte de su niño en los brazos
¿verdad?
Su naricilla caída del revés…
Y es que todo el lienzo es sufrimiento
¿Sentiste al final el desasosiego
de ese enorme alarido en la pared?
¿Y al salir a la calle maldijiste
la historia que tenemos?
¿Lo hiciste así?
©Rubén Lapuente
Foto: fragmento de El Guernica
PERROS EN LA CUNETA

Si el mar tuviera ojos
tendría los mismos que los de un perro
Miraría como un perro
Limpios desde la nada
Profundos desde el fondo
de su enigma
¿Te ha mirado alguna vez alguien así
sin pestañear largo tiempo
dándotelo todo?
Kira todavía mira desde el miedo
Ya sabes: la portezuela del coche que se abre
y que se cierra de golpe
La estampida como si la vileza
necesitara ruedas
distancia
Se quedaría en la cuneta esperando
hasta que le temblara la vida
Pero el azar a veces viene
con los sentimientos escritos
en una sola hoja de papel
que se desgarra del todo
y de un solo tajo
Kira todavía me mira desde el recelo
Mientras paso mi mano sobre su herida
me enseña el fondo claro del mar
en sus ojos
©Rubén Lapuente
Foto : Kira uno más en la familia
PIENSO EN VERDE

Ya sabemos los que son
Y cuántos caen por minuto
El progreso era esto:
pura y dura estadística
Ahora la miseria da de comer
a unos cuantos sociólogos
Pone penitencia
a filántropos arrepentidos
del embarazo
de su plata
Da sufragio
a quien se refleja
en la charca del albañal
de los eternos suburbios
Se deja mancillar
por el márquetin
del galán
que reparte sonrisas
ataviado el pobre
de paria
Mientras tanto
Ellos siguen
fértiles
en sonrisas
En piojos
Con la misma mugre
para sus adeptas
moscas
Con la loba malaria
abordando su fácil
aprisco
Con alfabetos de tres letras
en la sangre
de bienvenida
Pasando
como el paisaje
de un tren en marcha
Y casi ni joden con la pelota
Mientras tanto
por aquí enciendo
las luces de celofán de mi casa
pensando en lo de que
¿pero no es el mundo un pañuelo?
Pero ¡Ya basta!
Es la hora de mi Heineken
Y yo si soy sincero :
ya sólo “pienso en verde”
©Rubén Lapuente
LA RUTA DE LA SONRISA

Hacia el sur de Marruecos
viaja en un convoy
la sonrisa
Donde se detiene
una hilera de chiquillos
espera y avanza
con la boca abierta
Se dejan hurgar:
Que entren las tenazas
el espejo
la turbina
la amalgama de plata
Que la mano sea ya
visera de los ojos
nunca más
tejado de la boca
Y estrenan cepillos
Y sonrisas
Y en la noche
ensueños
de una ruta inversa
amarga
©Rubén Lapuente
FÓSILES

Estas lajas de piedra
con toda su muerte encima
¡Qué pura escritura de un cuerpo!
¡Qué remotos instantes detenidos!
¡Qué seres sin tiempo para aderezar
su final!
Y qué esfuerzo luego
del silencio y el tiempo
por dejar en la piedra
ese leve viso rosa
Ese fino trazo
como salido del dulce lápiz
de una niña
o ese caparazón que asoma ahora
como la rabia de un puñetazo
atravesando la pared
¿Y de nosotros?
Yacimiento de fósiles de olvido
de sueños muertos
¿Qué dirán
al cabo de otro enorme trecho
del cuchillo del tiempo?
¿Cómo nos encontrarán
si no hacemos ni el esfuerzo
por colmar un guijarro?
©Rubén Lapuente
Foto : algunos fósiles que me traje de las montañas del Atlas
Instantes detenidos de hace 300 millones de años
LUCIÉRNAGA DE CARRETERA

Yo la llamo luciérnaga
de carretera
Es esa muchacha
con luz de lencería
rozando cristales
La loba
de su trocito de acera
de polígono
La que lleva una estera bajo el brazo
Y todo su decoro en una alforja
La que asoma
por las ventanillas
su zoco de carne
regateada
Alquila el cuerpo
como tú la cabeza
o las manos
¡Y déjate aquí
de meter moral
en la pobreza!:
suena a carcajada
La veo cruzar el descampado
hacia el bosquecillo
Y allí
dará cuerda
a su silla de jineta
o se volverá
como una dócil
boya en el agua
Su leyenda no me interesa
Me gustaría cruzar
alguna mirada con ella
Que pudiera ver
reflejada
en mis ojos
su dignidad
©Rubén Lapuente
CUBA

Es cada día
de mi vida
frente a la vieja puerta
de mi casa
atrancada
esperando la abra
la cordura
o el hedor
Y aunque me digan
que qué suerte tengo
de estar fuera
de no ser uno más
de la mitad
que sobrevive
vigilada por la otra
media
arrogante
necesito volver
a entrar
un momento
a oler esa húmeda tierra rojiza
tras un aguacero
Volver a oír
guajiras
boleros
una habanera
con mi guayabera blanca
sin que se me salten
las lágrimas
Que me atraviesen las voces
de los vecinos
de balcón a balcón
Hace tanto tiempo
que me traje
en la maleta
la estela de recuerdos
de los aromas:
el olor a café
recién colado
el de la fritura
de dorados plátanos
maduros
el perfume del tabaco
como un requiebro
el dulce río de melaza
por los alambiques
de ron
de mis venas…
¡Oh sazón de sudor y piel!
¡Oh estrépito de tersa carne de mulata!
¡Oh caliente lecho de cañaveral!
¡Oh amanecer de Cuba
por las ensenadas del cuerpo
que amé!
Y es que todo
se me va yendo del corazón
Necesito volver a entrar
Sentir otra vez
que todo el aire que respiro
me viene del mar!
©Rubén Lapuente
Foto de Andrés Suarez Outeda
Santiago de Cuba. Diciembre 2009
PROHIBIDO

¿Qué mueve a este incansable
fuelle de carne viva?
¿Qué viento seco empuja
esta sangre
que baja desfiladeros
sube declives
zigzaguea angosturas
que rueda sin sueño
por la dormida llanura
de mi cansancio?
En el dorso de mi mano
o cruzándome el cuello
resalta
como los rápidos lomos de un río
Y por detrás
de las muñecas de mis brazos
cabecea en mi piel
sus puras campanadas
que cuento
con mi tiempo
que ahora sé que irá
adelantado
siempre
Se equivocó la naturaleza
en tomar un color violento
Un olor tan áspero
Un sabor de fuego en la garganta
De darle forma de tigre rayado
que como la mujer de Lot
se revuelve
abrasada
de memoria
sucia
Si hubiera elegido
sangre de savia
de rosales
o de juncos de ribera de río
o de zarzal esperando un amor agazapado
Si no tuviera esta mala sangre
la sangre
que proclama guerras
que labra trincheras
que deja en la comisura de los labios
su rúbrica
de horror de sierpe roja
Que confina Patrias
¡Si no hubiera que derramarla
para tener dignidad!
¡Imposible volver al principio!
¡Prohibido lavarse las manos!
©Rubén Lapuente
EL LENTO MUDAR DE LAS PAREDES

Soy un objeto
arrojado en un rincón
de una habitación cualquiera,
desde aquí contemplo
el lento mudar
de la vida:
Aquel tiempo que no vi de mi hijo
acercándoseme
como un hermoso paisaje
mío
íntimo.
La cepa de su cepa después
alzando visajes
de niña
acunando nuevos sollozos.
Vinieron luego
aquellos tránsitos
apresurados
de gentes
y gentes
que se cruzaron conmigo
aquí
como aparecidos
como temblores de arena.
Y aquel augurio antiguo
de rayuelas bajo el agua
que trajo el desasosiego,
el apremio,
el tumulto,
el saqueo en los armarios…
Y ese último paso renco en el pasillo,
la puerta cerrándose
con un enorme estruendo,
el silencio de la calle como un misterio,
la voz de la carcoma en los muebles
con esa duna amarilla
que aún avanza hacia mi canto…
El pausado polvo cubriendo
el cristal de la ventana,
la luz volviéndose
lúgubre,
casi,
casi ciega,
desde aquí,
y ahora,
sin poder saber nada,
contemplando
el lento mudar de las paredes.
©Rubén Lapuente
LOS NIÑOS DE LA BASURA

“Da igual mi nombre
llámame niño buzo o niño gris.
La primera vez que me trajo mi padre
me impresionó muchísimo:
La basura estaba como en cerros,
todo entreverado.
Tenía que hurgar entre los despojos,
sin guantes,
mientras la tierra bajo mis pies se hundía
desprendiendo una pulpa viscosa,
hedionda.
Aquí estamos decenas de infantes
en cada montaña de humo.
Un saco de arpillera a la espalda,
un garfio y mi estomago
son mis útiles ahora.
Ya me codeo con esa marabunta
que se abalanza sobre el alud
de deshechos recién nacidos
que voltean los camiones.
Agachado, rescato latas vacías,
cobre, botellas, un trozo de hierro…
Así hasta que la niebla de metano ciega mis ojos,
hasta que mi cara gris hoza la mugre.
Y luego hago el trasiego allí mismo
por unas pocas monedas.
Ahora soy más serio, más triste.
Mi padre me dice que más hombre
al entregarle los cuatro pesos
que ayudan al sustento de todos.
Y aunque me dice
que la basura es la vida
me gustaría que clausuraran el vertedero
(se piensa que no me entero
de que con argucias me obliga)
así podría ir más a la escuela
y no me envenenaría
tanto la sangre.”
©Rubén Lapuente
Cometas de esperanza y los niños buzo de Rafey
La ONG Cometas de esperanza de León(España) ha creado en el POBLADO DE LA MOSCA de Rafey.Santiago (República Dominicana )así llamado el lugar donde viven las niñas y niños en el basurero, una escuela -comedor y asistencia médica. En total han rescatado 175 niñas/niños que oscilan entre los 4 y 16 años de edad. Cometas de la esperanza necesita colaboración para paliar la esclavitud infantil y el abandono absoluto.
LA BATIDA

Soy el ciervo
Errante
Orgulloso
Oigo la corneta
que espolea la rabia
Que me trae el fulgor
de sus dentelladas
Me rezago
Con ceño de soldado
soy mi propia carnada
La turba de canes
hambrienta
me acorrala
Con mis astas
volteo ladridos
horado hocicos
Mis pezuñas
cocean tarascadas
En un descuido
me desgarran la piel:
Jarcias de mi carne oscura
se retuercen
en la tierra
vivas
Desde el risco
me lanzo
como un suicida
al agua
Velero del río
tras mi traza de sangre
saltan peces
que me sueñan
Soy el ciervo
desmogado
descarnado
sin belleza ya
Digno
de no ser laurel
de venablo
Esperando en mi yacija
agonizante…
¡Que sea sólo el bosque
quien devore mi muerte!
©Rubén Lapuente
SOLDADOS DE LA EDAD DORADA

amarlo todo para comprenderlo todo (Guyau)
Hay una guerra
que la tiene siempre conquistada el tiempo.
Aún así, mi mujer se ha alistado
como soldado de la edad dorada.
Y tan sólo quiere creer ganar una batalla perdida.
De madrugada,
está la primera levantando heridos,
y a los muy malheridos,
a esos que miran, a lo lejos, lo recóndito,
sólo les roza, al pasar, la mejilla.
Mi mujer es una buena soldado de la muerte.
Sabe que quien se apaga lentamente,
sólo desea que alguien le tome de la mano,
y se ofrece a darle un último pequeño abrazo
si quien le vela son las cuatro frías paredes.
Algún domingo que trabaja
me acerco a pasear por sus galerías.
“¡Qué guapo es el marido de Carmen!”
me dice siempre una anciana.
“Y eso que no se ha operado de cataratas”, le digo.
Y nos reímos juntos.
Desde hace un tiempo
de iluminados ventanales
alguien escribe el porvenir con tinta
de un sudor oculto,
alguien, bien sabe, que aquí no estiban un puerto,
que no son fardos de ninguna grupa,
que unos corazones cogidos con hilvanes
sólo piden ya una brizna de cariño,
y sigue haciendo números.
Cuando regrese a la noche
sobre la cama cruzada por el arco
de una espalda que estampa su diaria fatiga
me hablará de hartazgo, de galeras, de sindicatos,
de deserciones…
Y le pondré la mano en la boca…
Pero de madrugada
estará la primera levantado heridos
y a los muy malheridos,
a esos que miran, a lo lejos, lo recóndito,
sólo les rozará, un momento, al pasar, la mejilla.
©Rubén Lapuente
LA BARQUILLA

El chorro de un bidón de agua
le quita el polvo de la piel,
le despega el vestido.
Un algodón embebido
separa cada pestaña,
le limpia el barrillo
de las orillas de las cejas.
Los afeites en los cabellos
y en el cuerpo lavado
le devuelven la dignidad
rosa de la inocencia.
Un vestido blanco,
una flor en el pelo,
y eso es todo.
Ahora tiene
el mismo dulce rostro
que cuando se quedaba
dormida.
Un traqueteo sombrío
bajando las escaleras
le hace a su padre
ir más despacio.
Al llegar a la calle
sobre un mar de olas
de manos,
la barquilla rompió
las amarras.
©Rubén Lapuente
Minas antipersona (26.000 víctimas mutiladas al año)

¿Te imaginas que sembraran
bajo el asfalto
semillas del diablo?
¿Salir a la calle de tu ciudad
como a las dunas del Sáhara,
como a un camino de Camboya,
de Irak, de Angola, de Colombia?
¿Te imaginas
ser como uno de ellos?
¿Tener bajo los pies la espoleta?
¿Peor aún, dentro de la cabeza?
¿Buscar, camino de la oficina,
la huella del zapato de ayer
en el reflejo de la acera?
Y si perdieras el rastro…
¿apretar los dientes, los ojos,
y creer huir del miedo
alargando la zancada?
¿Te imaginas que tu hijo
no llegara de la escuela?
¿Que fuera luego en el parque
uno más del corro de muletas
o que te mirara desde una silla
y te rompiera el corazón del alma?
¿Te lo imaginas?
En Angola, en Irak,
en Camboya, en Afganistán,
en Sudán, en Colombia...
no se lo imaginan:
lo viven en carne viva.
Sembraron las veredas
con semillas del diablo:
“Es mejor mutilar al enemigo
que matarlo”, rezaba ese lema
en las ferias de la guerra.
Y cada veinte minutos
dan su fruto
de brazos y piernas.
©Rubén Lapuente
LOS NIÑOS DE LAS CHABOLAS

En esta barriada adornada de escombros,
la infancia es un olor oscuro del cuerpo.
Por las ingles pasa la pobreza:
el escozor de la mugre
en las ratoneras de la piel.
El día separa la basura de la basura.
Vaga para traer alguna rupia a casa.
Vuelve por el camino largo sin escuela
tirando de un bidón de dudosa agua.
Mientras un cohete indio
corteja a la luna,
unas letrinas en bolsas de plástico vuelan,
un albañal a las afueras de las casas de chapa,
gotea y gotea.
¿Cómo se consigue vivir
en un acomodo imposible?
Menos la sonrisa,
vinieron a la luz dentro de una jaula,
de una casta cuya mera sombra
es a los ojos de los otros,
la más sucia.
"Ganaremos el agua,
el agua,
que nos pertenece.
Que se arranca de un reflejo húmedo.
El agua que aquí te moja por dentro.
Que es un río de pureza.
Que te lleva lo amargo.
Que baja sagrada de las manos de los dioses.
Zambullirse,
como llenos de una fe ciega
en un templo verdadero.
Ganaremos el agua,
el agua,
que nos pertenece.
Bañarse en la alberca redonda para recordarlo siempre.
Trocito de río Yamura que te abre la camisa de la carne.
Ganaremos el agua
aunque se doble.
Monzón de la fuente que te descubre la vida.
Asaltaremos su hermoso fortín
hacia la estela de los dioses.
Somos los niños de las chabolas.
El agua, ahí está el agua.
No podrán quitárnosla.
Baja sagrada
también para los parias.
¡Al abordaje!"
©Rubén Lapuente
(Raj-Path, Nueva Delhi)
LÁGRIMAS

Sin la luna
la tierra sería
una peonza vertiginosa,
el viento te arrancaría
de ti mismo.
Si no desviara
el eje de la tierra
no habría estaciones
ni naturaleza, ni vida.
Si el sol estuviera más cerca
serías arena fina.
Si más lejos
helada sangre en el hielo.
La luna y el sol nos mecen
como tu lo harías
columpiando a tu hijo.
Si quieres busca un orfebre.
Un sastre con el metro amarillo.
Puedes pensar que todo es un accidente.
Que no ha nacido el universo
para que nosotros existiéramos
o que no tendría sentido
si no estuviéramos de pasajeros.
Piensa lo que quieras.
Pero es inútil que preguntes el por qué.
No hay respuesta.
Pregúntate en cambio
si sabrías dónde está el camino
de vuelta al viejo valle.
Si serías uno de esos pioneros
de los de polvo y carruaje
a la conquista de un fracaso.
Si vivirías en una cabaña de estrellas.
Si derramarías por fin las lágrimas
que te guardaste para empezar a vivir
más despacio.
Has abierto el balcón
en la tregua de la película.
Te has quedado absorto
mirando la soleada luna llena:
(“Ser el vaivén en mis brazos de la tierra enferma”)
Ahora ya no piensas lo que quieras.
Vuelves, acabada la cinta,
y no preguntas a nadie
su final.
Finges un bostezo,
y les haces creer que te vas
a dormir a la cama…
©Rubén Lapuente
NIÑA SOLDADO (República Democrática del Congo)

Me llamo Jasmine y soy de Kivu.
Y sólo quiero un trozo de tela
para acarrear a mi bebé.
Me sacaron de la cama con doce años
los mayi-mayi. Me reclutaron.
¿Para quién lucháis? ¿Para qué causa?
Sólo tenía dos dunas en el pecho.
Y en la vagina, si se cerraba,
palos y trozos de botella.
Era un golpe de autoridad
hacernos andar como patos por la aldea.
Así, seríamos más dóciles y sumisas
en la próxima redada.
Soldadito niña tienes un marido.
Y te vuelves como un árbol con piernas.
Y sueñas con la piedra hundida
en el sueño de su cabeza.
¿Cuándo iré a los Grandes Lagos
para sentirme pequeña en el paraíso?
Todas las mañanas, cruzaba el río,
en el andarivel del aire,
iba conmigo el agua
para cocinar y cocer la tapioca.
Y me dieron un machete.
Y un gatillo ardiendo.
Y la regla no me venía.
Soldadito niña tienes un marido.
Parí en el monte, a destiempo,
sola, como una gacela.
Y conseguí llegar a mi aldea, a mi casa:
-Tienes un hijo del enemigo.
(¿Qué enemigo?)
Tu niño es un estigma.
Has perdido la virtud.
Aquí no te puedes quedar
vendrían a buscarte.
Ahora estoy en el centro de orientación.
Me llamo Jasmine y tengo dieciséis años.
Aprenderé a leer, a escribir
para poder trabajar y salir adelante.
“Ahora lo único que quiero
es un trozo de tela para poder cargar a mi bebé,
como hacen las otras mujeres.”
Rubén Lapuente
(Luvungi octubre 2006)