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Se muestran los artículos pertenecientes al tema BREVES MOMENTOS ETERNOS( 23 ).

LA PEONZA

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La peonza

Lo más banal

Casi nada

La encontraste

al vaciar la casa

cerrada

por la muerte

Es la tuya

Tiznada

La tocas

y te quema la savia

de sus días azules

Tiene vida

Ocho años

más joven que tú

Aún con limaduras

de apretado color

de lapicero

de tu mano

 infantil

Son tus huellas

Bajo el agua

la limpias

de sombras

primero

Le abres las ventanas

La secas

Es la tuya

Llena de tumbos

de  niño

De tirones de zumbel

En la piel de loza

de tu palma

estirada

bailaba

 hasta emborracharse

Es la tuya

Tiene tus huellas

Y te la llevas

a un estante

de tu casa

Y todo lo de a su lado 

se empequeñece

Tiene entraña

Y recuperas algo

que te mira

Ya a alguien

que comparte

contigo

la misma herida

del tiempo

                  ©Rubén Lapuente  

02/06/2013 08:17 rubenlapuente #. BREVES MOMENTOS ETERNOS( 23 ) No hay comentarios. Comentar.

MORTAL Y JOVEN

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Sólo fue  un momento.

En un escorzo casual mío

En uno de los dos espejos

que forman ángulo en el baño.

Y de mi lado izquierdo.

Sobre alguna cómoda

sé que habrá algún instante de ella.

El tiempo va poniendo retratos

delante y delante…

En el fondo de un cajón

a la luz de una rendija olvidada

seguro que duermen sus cosas.

Cómo se parece a ti, oía desde niño.

Yo siempre  creía

que me parecía más a mi padre.

Menos esta mañana.

Y de mi lado izquierdo.

Ahí estaba.

Casi miro el espejo  con recelo.

Su rostro sobre el mío.

El mío  sobre ella.

Su cara con la misma edad

que la que tengo yo ahora.

Paralizado miraba en el espejo

sus ojos ,sus pómulos ,

sus labios, su mentón…

Moví un poco la cabeza

para desorientarla,

para desenmascararla.

Me seguía.

Era la misma. Y era yo.

 

Abrí la sonrisa al mismo tiempo que ella…

 

Y desaparecimos.

 

                     ©Rubén Lapuente

                     13 de marzo de 2009

 A mi madre

DE CUANDO ENTONCES

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De pronto

se estrella contigo

Y como guardas

aún

algo del oro

de cuando entonces

demoras

el soplo

o ese ademán de echarla

con la mano

Dejas que

su vida

te corra por la piel

La oyes tú

como carrerilla

de arrapiezo

por el piso

sus zapatitos negros

como de goma

te taconean

también

la vida

la tuya

detenida

Esa pequeña

escarlata

que

lleva el mismo morral

de siempre

que te pasa veloz

las hojas

del álbum

tan chiquita

y como no tienes

nada verde

ni las venas

son nervios

de hojas tiernas

como las manchas

no son

de su estirpe

como atisba

un desierto

sin ni un oasis

de aviesos

pulgones

deprisa

antes  de que levante

los élitros

la sueñas

como una

herradura

de siete agujeros

como un

trébol

de cuatro hojas

de cuando entonces

de las piedras

florecerían

buenaventuras

Y la soplas

Y no sueltas el hilo de su estela

               ©Rubén Lapuente

LIRIOS DE PIEDRA

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A veces

hay que darse

un baño

de oscura belleza  

con una pocas

sales de abismo

Y tan sólo con levantar

la mirada

El viejo tramoyista

de atardecer

te descubre

de un jirón

en el cielo

su zafiro azul púrpura

Y así empieza siempre su velada

Hoy tiene

de grandes aliados

a esos dos lirios de piedra

de la Redonda

sobre los que

la manicura del sol

le hace esa larga uña a la luna

y a Venus

la saca de rondalla

vestida

y desnuda

a la vez

de virgen

soleada enagua

Pestañas entreveradas

de luz fugitiva

cansan

a mi niño

antiguo

que se me duerme

con tanto neón

cegador

de las estrellas

Y al dejarme

solo

en vez de luceros

empiezo a ver

derviches de arcilla

o  pavores de corza

en brasas lejanas

Todos los caminos trillados hacia

nunca

Y me veo de polizón

de este planeta:

vermes

en su vientre de greda

Y harto de que

a mis preguntas

las responda siempre el abismo

mejor ya bajo la cabeza

                   ©Rubén Lapuente

Foto : Logroño

MORTAL Y ROSA

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Sobre mi mesa

me puso Carmen

una rosa

en un vaso de agua

Demasiado pronto

se le cayó

un pétalo

Enseguida otro

le siguió

Yo ya trabajaba

mirándola

de reojo

sorprendido

cuando

cayó otro

Al poco rato

uno más

a plomo

El último

lo sostuve

con la mirada

fija

unos minutos

esperando…

 

Mientras iba solapando

los pétalos

uno a uno

vino mi padre a recordarme

que ver morir

es más duro que morirse

               ©Rubén Lapuente

VALERIO O LA LUZ DEL PALADAR

20121216140942-mi-sobrino-valerio-don-de-la-palabra-ruben-lapuente.jpg

 

Este pequeñuelo

mitad siciliano  mitad salmantino

tuvo que nacer

antes de ver la luz

Un tiempo

ahí  en la oscura escuela

del  vientre de Lola

pegado

como una lapa

a su cielo

libando

de su calle

voces…

 

Y es que

ahora

cada letra del alfabeto

en su boca

es una gota de lluvia

Juega con las palabras

como piezas de un puzzle

Como si

fugaces estrellas

del abecedario

cayeran

de su paladar

Y va

de abismo a barranco

de sima a precipicio

de trampa a celada

Del fuego quiere

su caligrafía:

su llama su brasa  su rescoldo

su ceniza…

Su verbo culto

y elegante y gracioso

le guarda intacta

la inocencia

y me golpea

como si  me tropezara

con un tesoro

en mi casa

 

Sólo hemos tenido una tarde

en sus dos años y medio

Y que ya se me vaya

esta carne de esponja

a la orilla

de una charca de tencas

de letras

Oh

En la lejanía le miro

como a esa casa con muchas ventanas

que poco a poco

al anochecer

se van encendiendo

como un crucigrama

Valerio

como un crucigrama

                   ©Rubén Lapuente

a mi sobrino Valerio

LA BELLEZA

20120813222743-amanecer-en-mi-sierra-belleza-poema-ruben-lapuente.jpg

 

Fue desde la platea

de mojón alto

Como siempre

el niño sol  

guiaba esa tramoya

del rayar

del nuevo día

Su manecita

de alfarero

matizaba la luz

en el barrillo

de su último

sueño

y a cada una

de las mellizas

dunas

de agujas

muy suave

les iba cambiando

la claridad

en el rostro

 

Enseguida

encerró

a todo el bosque

en un ánfora

verde

 

Y nada más

Sólo un par de lágrimas

Y que luego me fui

con la estela

de esta belleza

la que me salva a mí

de la vida

a desayunar

          ©Rubén Lapuente

LA MANZANA DE CARLOS MARX

20120804195122-manzana-marx-ruben-lapuente-valle-iregua.jpg

 

Cuando esta senda

de la vega del Iregua

se preña de manzanas

cómo no parar el coche  

y como un ladrón

colarse

por entre los espinosos

alambres

Es un rito mío de cada verano:

Miro a los lados

Cojo una cualquiera

La olfateo hondo

Y muerdo esa carne dulce

que es como un hilo virgen

de la oscura fuente

de la tierra

mojando

mi interior:

el más puro dormido

Y siempre pienso

mientras la saboreo

en que si realmente

fuéramos

sólo dos en este mundo

y éste el único

terruño del planeta

por llegar yo

un poquitito más tarde

ya sería el siervo

de esta gleba

Que la tierra fuera

del primero que la pisara

del que se apresurara

a alambrarla

es echarle mucho rostro

¡Y todo está ya tan bendecido

por ese listo fariseo Leviatán o Estado

saca cuartos!

¡Y que ahora ni te dejen

asomar el gaznate

por éste u otro bello predio!

Quizás suene imbécil plantearlo

pero el hombre es el único animal

que le pone nombre y apellidos

a la tierra

¿La tierra no debería ser de la tierra?

De repente oigo un grito

Y a lo lejos me ladran un par de lebreles

Cualquiera le explica

a mi terrateniente

que se acerca

que estoy en una íntima

ceremonia  mía de estío

y no digamos

si a los chuchos

les suelto lo de mi tesis  

tipo Newton

del influjo

de la manzana ajena “in situ”

sobre el pensamiento

de Carlos Marx

 

Y… ¡Joder! ¡Rubén ¡ ¡Corre!

¡Pon  pies en polvorosa!

             ©Rubén Lapuente

REGALO DE BODAS

20120702170557-trenza-belleza-ruben-lapuente-teresa-y-su-gata-bolita.jpg

 

De una trenza

de su celaje de hebras

como una roseta

de guirnaldas

empieza

la bruma

de su belleza

Desde la platea

de la oficina

sentado en mi butaca

mientras

impaciente

espero  oír

un maullido tras la puerta

mientras tecleo

en el ordenador

bagatelas

la recreo

dentro

de su cuento

de amor de princesa

enjaezándola

con esa venda

de tocado

bajo la barbilla

con arracadas

que titubean

a la vez

voces

de plata

atando

a la lanza

de su amante

su pañuelo

de seda

o asomada

a la ventana

con sus dos largas trenzas

de escalera

a la alcoba

de su piel

de luz de rosicler

 que bebe

del surtidor

del alba

Hasta que

un maullido tras la puerta

me despierta…

 

Mientras ya cuchichea con su gata

“Que ya me hurga

en el corazón”

me dice

Teresa

que se desposa

             ©Rubén Lapuente

Para Teresa y su gata Bolita, mi regalo de bodas

AVIÓN DE PAPEL

20120520193225-avion-de-papel-belleza-de-mi-hijo.jpg

 

Es la belleza niña

hablándome

esperando

a que doble

y desdoble

pliegue en acordeón

levante

espigados

alerones

ponga

de horma del viento

arambeles

de cola

a una hoja de papel

Es la belleza

de verle

de puntillas

salvando enrejados

con la barbilla anclada

al barandal

con los dedos tirando de sí

Es su grito alocado

en la zozobra

del  fallido vuelo

cayendo

como una serpentina

o como un orgullo

en su desmayo

Es la belleza

servida

en su puro rostro de asombro

aplaudiendo

como si tocara

unos platillos

a ese nuevo avión de papel

que volaba

sereno

a media ala

y que de pronto

cuando iba ya del codo

de la suave brisa

una cabriola

caprichosa

del viento

nos lo trajo

de vuelta

ya como carne de luz

que guardo

como un tesoro

©Rubén Lapuente

            (El Rasillo de Cameros)

LA COMETA

20120310135206-la-cometa-de-papel.jpg

 

La vida es sólo deseo

niño de la cometa

Una fábula que empieza

de una racha de viento

a tu espalda

y sigue hasta

esa mano torpe

que sujeta

a la carrera

en ese volantín  

la banderola

de los sueños

inalcanzables

 

Así es la vida

niño de la cometa:

camadas de deseos

que vamos hollando

uno detrás de otro

ante la mirada

paciente

de la muerte

fija en ese cordel

de la cometa

La que tira del corazón

La que tuvo su luz

de primavera

 

Y aún resplandece

                      ©Rubén Lapuente

TE EXAMINARÁN EN EL AMOR

20120218204651-amor-dolor.jpg

 

Te examinarán en el amor

En el otoño de todo

Oh   Tan tarde ya para ti 

Andarás por ahí

como ensimismado

como cuando se garabatea

en una hoja de papel  

la vida

Y entonces  de pronto

alguien o algo

te preguntará

a tus espaldas

 memorias del corazón:

Si sólo pasaste por un cuerpo

como por una alameda

Si al amarlo recuerdas  

si era cada vez

uno distinto

Si te atreviste

a desnudarle cuando el dolor

le mudó la piel

Si al bailar con ella

vuestra canción herida de tiempo

te sonaba la música

con otro son  

en otro sitio…

 

Te examinarán en el amor

En el otoño de todo

No lo dudes

¿Y si descubres que quien

no se tendió  en un corazón

no ha vivido?

¡Oh!  Tan tarde ya para ti

 

¡¿Y si en el pequeño abismo 

de las manos

hundes el rostro?!

                        ©Rubén Lapuente

A la tarde te examinarán en el amor (San Juan de la Cruz)

¡NOS VAMOS AL RÍO!

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Son escenas olvidadas

momentos que regresan

de una pequeñez

como cuando doy un par

de palmadas y digo

 ¡Nos vamos al río!

Y la brisa de mi voz

ya lleva las mismas

palabras de mi padre

solapando las mías

e igual que entonces conmigo

estalla ahora clara

la garganta de mi hijo

que viene corriendo

hacia mi

con esa gota de luz

de sol de espiga tierna

de la infancia

y a través de su abrazo

abraza a mi padre

que despierta

¡Nos vamos al río!

Y sobre la piel del agua

dulce del Iregua

desmedido

vuelve mi padre en mí

ante la zozobra

del barco de carne

de papel mojado

aprendiz de pez

a la deriva

hecho maraña de alharacas

jaleando a mi hijo

que es ya el suyo

mientras les miro

desde la orilla

como miran los juncos

                   ©Rubén Lapuente

al enseñar a nadar a mi hijo en el río despertó en mí mi padre

foto  Pablo Vicens

SIN PÁRPADOS

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De lejos parecían dos llamas

pintadas en el lecho de hielo picado

de la pescadería

Dos bateles engastados en escamas de rubíes

Dos cabrachos bellísimos al acercarme

Y con los ojos abiertos

Ya no me acordaba que los peces

no tienen párpados

Que no cierran los ojos nunca

Siempre alertas

(no pueden dejar de ver

lo que no les apetece ver)

¿Despiertos duermen?

Ojos siempre circulares aún bellos muertos

Los miro y me traen la ley del mar:

Comer y ser comido

Me traen

el cebo en el sedal

o la celada red

La cita en el cantil de la muerte

Me traen la vida

que nació en el agua

El  torpe salto de esbozo de anfibio

al primer embeleso de claro de luna

Me traen…

¿No vienen nuestras lágrimas

de un poquito de su mar?

Mientras la pescadera

me habla de la sopa bullabesa

del pastel de cabracho

mientras les saco una foto

a esos dos viajeros

de la noche oscura del agua

no puedo dejar de ver

lo que ya no me apetece ver

                                 ©Rubén Lapuente

MI MANO NIÑA

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Ahora habría podido llamarme

Oh el haber estado bebiendo

de la misma sangre en el mismo vientre

Llegaba del colegio

 y subido a mis libros

 tirando de la borda de mimbre

le veía los huesecillos

de pájaro al trasluz

Entre mantillas

azulada la piel

parecía

un zafiro

Una princesita añil

 

¿Cómo iba a saber yo que lo vivo

también deja de moverse?

Aquel frio calambre

que me dio su cuerpo

se me entrañó en la mano:

La única que recuerda

Pero no  no  no hay dolor

¿La olvidé quizás por mirar

 desde la angustia el trajín

de la vida que todo lo aleja

que todo lo agua?

Si no la pienso se me morirá

Hoy habría podido llamarme

¿Por qué no dicharachera?:

Poetilla hermano si quieres

un halago mío en tu cuaderno

ve sacando la cartera

o culta: Oh qué poemas Rubén

he leído tan inquietantes de Silvia Plath…

 

 Ahora nos habría atrapado

toda la miel del ámbar del tiempo

En un estanque seriamos dos hojas

En una maroma dos rizadas hebras

 Oh pero no no  no hay dolor

Ahora  que crece en la palma de mi mano

 un día se me pondrá de pie

 ¿Eres tú?  Asomándose sonriendo

por sobre la orilla de mi sueño

                               ©Rubén Lapuente

De cómo iba tranquila la muerte

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E iba tranquila la muerte con su serón

de esparto al hombro; minuciosa

rasguñaba sutil la sombra de los cuerpos

al correr el sudario,

retornándolos a la oscura antesala

del antes del nacer, a las puertas

de aquel dulce vientre de terciopelo;

y no se le tenía temor

porque más allá del miedo no había nada;

dichosos de haber sido elegidos por el azar,

de poder haberle robado a la eternidad

ese transigido pequeño tesoro de la existencia:

se avenían a ser una mirada en el tiempo;

y ni existía la pesadumbre  

porque en lo que se subía un peldaño del día

y al tiempo que otro puñado de corazones

surcaba el fugitivo dédalo,

el ayer se borraba tan fácil

como si desempañaran el vidrio;

y nunca, nunca, nadie antes de morir

se sentía muerto:

seguían ocupados mientras se apagaban,

mientras esperaban que llegara tranquila

la muerte con su serón de esparto…

                                             ©Rubén Lapuente

BAILE DE SOMBRAS

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Ha sido una canción

Su chispazo en mi sangre

me ha soltado los pies

me los ha calzado

de un suave vuelo

de hoja muerta

 

Siempre hay un recodo

que no le enseñas

que no le entregas

Y el baile

te arranca

de tu plácido refugio

Y te obliga

Te detalla

Te desenmascara

 

Y la he cogido

tan dulce de la cintura

 

La pequeñez del espacio

nos hace girar

en el remolino

de dos miradas

de dos sonrisas

Imposible escaparse

del acecho

sin tregua

de una boca

de unos ojos

 

De pronto ahí

en la pared

en nuestras sombras

 (¿el envés de la apariencia?)

cómo se siente el peso

de esta larga andadura juntos

El cansancio también

del viejo latido

del eterno amor

 

Si se diera cuenta ahora ella

 podría hasta sumergirse

 en este rio mío

oculto

reflejado en el espejo

tan claro del suyo

(Oh cómo se entrega esta mujer)

por el que me cuelo

hasta donde

ya no puede haber

nada más  

 

Alargo la melodía

en mi garganta

en la última vuelta

que demoro con ella…

 

Y al pararnos

me fijo

cómo dos sombras

en la pared

(¿por qué aún extrañas?)

se amalgaman

                              ©Rubén Lapuente

  

     Foto mi sombra y la de mi mujer

BELLO DOLOR

20110526185114-bello-dolor.jpg

Lo estoy viendo nacer

Oh venero del dolor

Casida del llanto

 

Y me mira

Y se me acerca despacio

toda hecha bruma

 

¡Oh! ¡Qué marea!

¡Qué  alud!

¡Qué llaga tan clara!

 

¡Oh! ¡Qué temblor

de sus ojeras de mar

herida!

 

Qué importa

si de amor muerto

gime

¡Oh pulgares míos

descorriendo

sus lágrimas!

 

¡Si me ha elegido a mí

para arrancárselas!

 

Oh rota mujer

sin palabras

que no me conoce

 

En la almohada

de mi pecho

hundida

¡Qué bello dolor

me clava!

                 ©Rubén Lapuente

a A.M.

CABALLITO DEL DIABLO

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Para perderle el miedo grita su nombre

Ahora  tiene que adentrarse como en un túnel

Ya sabes  el ruido de sombras que chocan

La estridencia de unas voces

El espanto de algo extraño  que espera al fondo sin luz

Él se aferra a las pequeñas victorias:

La de aquel caballito del diablo que aguantaba preso en su puño

Recuerda  que sólo por oírse el corazón recién descubierto

corría como un endemoniado

Qué triunfo atravesar por primera vez solo

el frio miedo del puente sobre el Ebro

 ¿Cómo se atrevería a cruzar las vías del tren sin torcer la cabeza?

¿Cómo pudo arrojarse a las aguas del río sin hacer pie

sin saber nadar?

 (¿Todas las conquistas están en la infancia?)

Antes de que se adentre en el túnel  le tomo una mano

La otra la lleva cerrada

                                              ©Rubén Lapuente

Foto : Libélula de Guevara Requena

HORAS DE ORO

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Viene de la profunda sima

del sentimiento

Desde un estante

o de la rendija del alba

en un cajón

Viene con viento de espigas

De tardes de esplendor en la piel

De naufragios bajo una lágrima

Viene con sus latidos

Y suena como rio

Como rápida vena de rio

Fresco y antiguo

Hoy de Mozart  

Mañana serán unos versos de Giannuzzi

o de los que guardo de mi padre

secretos   humildes:

“qué de días me esperan de amor…”

 

Son las horas de oro puro

 que se arrancaron

 

¿Y las tuyas?

¿A qué esperas?

                           ©Rubén Lapuente

AQUEL VIAJE EN TREN

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Me sorprendió que aquel hombre 

trepara por la abierta ventanilla de guillotina

del vagón de aquel viejo tren

Ya detrás del cristal

al tiempo de arrojarse

me sostuvo un instante la mirada

Tiré de la palanca de freno de emergencia 

como si reprimiese violentamente

el salvaje galope de un caballo

El tren se estremeció

Bajé deprisa

Allí en la cuneta  sentado

con la mitad de la cara ensangrentada

moviéndose como una mecedora

el hombre gemía largamente

pero no eran alaridos de dolor no

eran sólo de pánico

del terror de seguir vivo

                                      ©Rubén Lapuente

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