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Se muestran los artículos pertenecientes al tema BREVES MOMENTOS ETERNOS( 23 ).

AVIÓN DE PAPEL

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Es la belleza niña

hablándome

esperando

a que doble

y desdoble

pliegue en acordeón

levante

espigados

alerones

ponga

de horma del viento

arambeles

de cola

a una hoja de papel

Es la belleza

de verle

de puntillas

salvando enrejados

con la barbilla anclada

al barandal

con los dedos tirando de sí

Es su grito alocado

en la zozobra

del  fallido vuelo

cayendo

como una serpentina

o como un orgullo

en su desmayo

Es la belleza

servida

en su puro rostro de asombro

aplaudiendo

como si tocara

unos platillos

a ese nuevo avión de papel

que volaba

sereno

a media ala

y que de pronto

cuando iba ya del codo

de la suave brisa

una cabriola

caprichosa

del viento

nos lo trajo

de vuelta

ya como carne de luz

que guardo

como un tesoro

©Rubén Lapuente

            (El Rasillo de Cameros)

20/05/2012 19:32 rubenlapuente #. BREVES MOMENTOS ETERNOS( 23 ) No hay comentarios. Comentar.

LA COMETA

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La vida es sólo deseo

niño de la cometa

Una fábula que empieza

de una racha de viento

a tu espalda

y sigue hasta

esa mano torpe

que sujeta

a la carrera

en ese volantín  

la banderola

de los sueños

inalcanzables

 

Así es la vida

niño de la cometa:

camadas de deseos

que vamos hollando

uno detrás de otro

ante la mirada

paciente

de la muerte

fija en ese cordel

de la cometa

La que tira del corazón

La que tuvo su luz

de primavera

 

Y aún resplandece

                      ©Rubén Lapuente

TE EXAMINARÁN EN EL AMOR

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Te examinarán en el amor

En el otoño de todo

Oh   Tan tarde ya para ti 

Andarás por ahí

como ensimismado

como cuando se garabatea

en una hoja de papel  

la vida

Y entonces  de pronto

alguien o algo

te preguntará

a tus espaldas

 memorias del corazón:

Si sólo pasaste por un cuerpo

como por una alameda

Si al amarlo recuerdas  

si él mismo era cada vez

uno distinto

Si te atreviste

a desnudarle cuando el dolor

le mudó la piel

Si al bailar con ella

vuestra canción herida de tiempo

te sonaba la música

con otro son  

en otro sitio…

 

Te examinarán en el amor

En el otoño de todo

No lo dudes

¿Y si descubres que quien

no se tendió  en un corazón

no ha vivido?

¡Oh!  Tan tarde ya para ti

 

¡¿Y si en el pequeño abismo 

de las manos

hundes el rostro?!

                        ©Rubén Lapuente

A la tarde te examinarán en el amor (San Juan de la Cruz)

¡NOS VAMOS AL RÍO!

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Son escenas olvidadas

momentos que regresan

de una pequeñez

como cuando doy un par

de palmadas y digo

 ¡Nos vamos al río!

Y la brisa de mi voz

ya lleva las mismas

palabras de mi padre

solapando las mías

e igual que entonces conmigo

estalla ahora clara

la garganta de mi hijo

que viene corriendo

hacia mi

con esa gota de luz

de sol de espiga tierna

de la infancia

y a través de su abrazo

abraza a mi padre

que despierta

¡Nos vamos al río!

Y sobre la piel del agua

dulce del Iregua

desmedido

vuelve mi padre en mí

ante la zozobra

del barco de carne

de papel mojado

aprendiz de pez

a la deriva

echo maraña de alharacas

jaleando a mi hijo

que es ya el suyo

mientras les miro

desde la orilla

como miran los juncos

                   ©Rubén Lapuente

al enseñar a nadar a mi hijo en el río despertó en mí mi padre

foto  Pablo Vicens

SIN PÁRPADOS

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De lejos parecían dos llamas

pintadas en el lecho de hielo picado

de la pescadería

Dos bateles engastados en escamas de rubíes

Dos cabrachos bellísimos al acercarme

Y con los ojos abiertos

Ya no me acordaba que los peces

no tienen párpados

Que no cierran los ojos nunca

Siempre alertas

(no pueden dejar de ver

lo que no les apetece ver)

¿Despiertos duermen?

Ojos siempre circulares aún bellos muertos

Los miro y me traen la ley del mar:

Comer y ser comido

Me traen

el cebo en el sedal

o la celada red

La cita en el cantil de la muerte

Me traen la vida

que nació en el agua

El  torpe salto de esbozo de anfibio

al primer embeleso de claro de luna

Me traen…

¿No vienen nuestras lágrimas

de un poquito de su mar?

Mientras la pescadera

me habla de la sopa bullabesa

del pastel de cabracho

mientras les saco una foto

a esos dos viajeros

de la noche oscura del agua

no puedo dejar de ver

lo que ya no me apetece ver

                                 ©Rubén Lapuente

MI MANO NIÑA

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Ahora habría podido llamarme

Oh el haber estado bebiendo

de la misma sangre en el mismo vientre

Llegaba del colegio

 y subido a mis libros

 tirando de la borda de mimbre

le veía los huesecillos

de pájaro al trasluz

Entre mantillas

azulada la piel

parecía

un zafiro

Una princesita añil

 

¿Cómo iba a saber yo que lo vivo

también deja de moverse?

Aquel frio calambre

que me dio su cuerpo

se me entrañó en la mano:

La única que recuerda

Pero no  no  no hay dolor

¿La olvidé quizás por mirar

 desde la angustia el trajín

de la vida que todo lo aleja

que todo lo agua?

Si no la pienso se me morirá

Hoy habría podido llamarme

¿Por qué no dicharachera?:

Poetilla hermano si quieres

un halago mío en tu cuaderno

ve sacando la cartera

o culta: Oh qué poemas Rubén

he leído tan inquietantes de Silvia Plath…

 

 Ahora nos habría atrapado

toda la miel del ámbar del tiempo

En un estanque seriamos dos hojas

En una maroma dos rizadas hebras

 Oh pero no no  no hay dolor

Ahora  que crece en la palma de mi mano

 un día se me pondrá de pie

 ¿Eres tú?  Asomándose sonriendo

por sobre la orilla de mi sueño

                               ©Rubén Lapuente

De cómo iba tranquila la muerte

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E iba tranquila la muerte con su serón

de esparto al hombro; minuciosa

rasguñaba sutil la sombra de los cuerpos

al correr el sudario,

retornándolos a la oscura antesala

del antes del nacer, a las puertas

de aquel dulce vientre de terciopelo;

y no se le tenía temor

porque más allá del miedo no había nada;

dichosos de haber sido elegidos por el azar,

de poder haberle robado a la eternidad

ese transigido pequeño tesoro de la existencia:

se avenían a ser una mirada en el tiempo;

y ni existía la pesadumbre  

porque en lo que se subía un peldaño del día

y al tiempo que otro puñado de corazones

surcaba el fugitivo dédalo,

el ayer se borraba tan fácil

como si desempañaran el vidrio;

y nunca, nunca, nadie antes de morir

se sentía muerto:

seguían ocupados mientras se apagaban,

mientras esperaban que llegara tranquila

la muerte con su serón de esparto…

                                             ©Rubén Lapuente

BAILE DE SOMBRAS

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Ha sido una canción

Su chispazo en mi sangre

me ha soltado los pies

me los ha calzado

de un suave vuelo

de hoja muerta

 

Siempre hay un recodo

que no le enseñas

que no le entregas

Y el baile

te arranca

de tu plácido refugio

Y te obliga

Te detalla

Te desenmascara

 

Y la he cogido

tan dulce de la cintura

 

La pequeñez del espacio

nos hace girar

en el remolino

de dos miradas

de dos sonrisas

Imposible escaparse

del acecho

sin tregua

de una boca

de unos ojos

 

De pronto ahí

en la pared

en nuestras sombras

 (¿el envés de la apariencia?)

cómo se siente el peso

de esta larga andadura juntos

El cansancio también

del viejo latido

del eterno amor

 

Si se diera cuenta ahora ella

 podría hasta sumergirse

 en este rio mío

oculto

reflejado en el espejo

tan claro del suyo

(Oh cómo se entrega esta mujer)

por el que me cuelo

hasta donde

ya no puede haber

nada más  

 

Alargo la melodía

en mi garganta

en la última vuelta

que demoro con ella…

 

Y al pararnos

me fijo

cómo dos sombras

en la pared

(¿por qué aún extrañas?)

se amalgaman

                              ©Rubén Lapuente

  

     Foto mi sombra y la de mi mujer

BELLO DOLOR

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Lo estoy viendo nacer

Oh venero del dolor

Casida del llanto

 

Y me mira

Y se me acerca despacio

toda hecha bruma

 

¡Oh! ¡Qué marea!

¡Qué  alud!

¡Qué llaga tan clara!

 

¡Oh! ¡Qué temblor

de sus ojeras de mar

herida!

 

Qué importa

si de amor muerto

gime

¡Oh pulgares míos

descorriendo

sus lágrimas!

 

¡Si me ha elegido a mí

para arrancárselas!

 

Oh rota mujer

sin palabras

que no me conoce

 

En la almohada

de mi pecho

hundida

¡Qué bello dolor

me clava!

                 ©Rubén Lapuente

a A.M.

CABALLITO DEL DIABLO

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Para perderle el miedo grita su nombre

Ahora  tiene que adentrarse como en un túnel

Ya sabes  el ruido de sombras que chocan

La estridencia de unas voces

El espanto de algo extraño  que espera al fondo sin luz

Él se aferra a las pequeñas victorias:

La de aquel caballito del diablo que aguantaba preso en su puño

Recuerda  que sólo por oírse el corazón recién descubierto

corría como un endemoniado

Qué triunfo atravesar por primera vez solo

el frio miedo del puente sobre el Ebro

 ¿Cómo se atrevería a cruzar las vías del tren sin torcer la cabeza?

¿Cómo pudo arrojarse a las aguas del río sin hacer pie

sin saber nadar?

 (¿Todas las conquistas están en la infancia?)

Antes de que se adentre en el túnel  le tomo una mano

La otra la lleva cerrada

                                              ©Rubén Lapuente

Foto : Libélula de Guevara Requena

HORAS DE ORO

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Viene de la profunda sima

del sentimiento

Desde un estante

o de la rendija del alba

en un cajón

Viene con viento de espigas

De tardes de esplendor en la piel

De naufragios bajo una lágrima

Viene con sus latidos

Y suena como rio

Como rápida vena de rio

Fresco y antiguo

Hoy de Mozart  

Mañana serán unos versos de Giannuzzi

o de los que guardo de mi padre

secretos   humildes:

“qué de días me esperan de amor…”

 

Son las horas de oro puro

 que se arrancaron

 

¿Y las tuyas?

¿A qué esperas?

                           ©Rubén Lapuente

AQUEL VIAJE EN TREN

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Me sorprendió que aquel hombre 

trepara por la abierta ventanilla de guillotina

del vagón de aquel viejo tren

Ya detrás del cristal

al tiempo de arrojarse

me sostuvo un instante la mirada

Tiré de la palanca de freno de emergencia 

como si reprimiese violentamente

el salvaje galope de un caballo

El tren se estremeció

Bajé deprisa

Allí en la cuneta  sentado

con la mitad de la cara ensangrentada

moviéndose como una mecedora

el hombre gemía largamente

pero no eran alaridos de dolor no

eran sólo de pánico

del terror de seguir vivo

                                      ©Rubén Lapuente

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