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Se muestran los artículos pertenecientes al tema AMOR MÍO ( 22 ).

SOLAMENTE TU MANO

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Solamente tu mano,

tenerla como un sapito que duerme así contento…

                                         J. Cortázar

 

Mira  

al tiempo que vuelan

sobre los párpados

esas chiribitas

que espolvorea

la luz de la mesilla

al apagarla …

ya me da la mano

Y no pierde ni un segundo

No creo que sea

para regalarme

el tesoro mejor de su sueño

que antes no me la daba

Se aprieta a algo

que ha perdido

Quizás sea porque

valiente

le ha dado la espalda

a esa gragea que subía

a su campanario

a descolgarle

el badajo de la noche…

Y  mira  

ahora tengo

algo sencillo

y cálido

y hermoso:

Un puente

como hecho

de latidos de mimbre

por donde pasa

en el silencio oscuro

su rumor

con su perfume granado

Y me sabe

como a savia tibia

como a fogata

en noche de luna ebria

de arena dorada

Ah  Y se está bien así

Yo dejo  arriba los ojos

para vernos

sobre la cama abierta

en una bella silueta

que me entretengo en recortarla

-Y  Oh  Sí  Lírico siempre-

con tiza de luz de noche blanca…

Y  yo  vernos así

sin moverme

ella dormida

como si de ello dependiera

la armonía de nuestro

pequeño mundo…

Pero antes no me la daba

Y no me regalará

el tesoro mejor de su sueño

pero mira lo que he ganado:

tenerla así

como si me cruzara un río en la noche

hacia el estuario de mi sueño

hacia verlo morir

                      ©Rubén Lapuente

 

DESERTORES

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Si digo que

eran imanes de seda

acierto

Hoy regresan

Me han hecho una señal

casi invisible

secreta…

Guardianes

de una madriguera

a cal y canto sellada…

Hoy desertan

Habrán dejado ya

una correa

desatada en el páramo:

Ése de balas de paja rodando

Y en donde silba el viento

de la herida memoria…

Hoy regresan

Si digo que fueron

ascuas de estrella

en el rocío de un trébol

sobre mi pecho

acierto

Son los que

se suben al templete

de la plazuela

con revuelos de falda

bajo lunas de romería

Los que te acorralan  

y te maniatan

y te arrojan

a un barranco

de caderas

sobre la colcha aún dormida …

Subirán ahora

 por desmontes

salvando viejos caminos de espinos

hacia sus altas cuencas

ciegas

a encenderlas

con teas de jade

traídas de las arenas de un rio

de aguas lavadas

de su  memoria…

 

Hoy regresan…

Desertores

Y esos ya nunca

vuelven  la cabeza!

                           ©Rubén Lapuente

CAREO

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Tú la cumbre

yo el rebeco

Tú el rayar del día

yo el rocío

Tú el botín del corazón

yo el bandolero

Tú la barcarola

yo la taberna de puerto

Tú la rosa

yo el rapaz del patio

Yo rasguño

de espuma blanca

tú el acantilado

Yo ojos de jaguar  

tú flanco desnudo

Yo botas de soldado

herido de vida

a tu puerta

tú los brazos

          ©Rubén Lapuente

UNA PALABRA

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Una palabra

entre los dos

De mí para ti

A solas

Esa palabra

que atraviesa

la piel como un milagro

Que

al perderse

se esconde

en todos los rincones

de uno

Pero ¿cuál?

¿Vida?

No  Esa no

Mejor otra

Que vida lleva

 a su espalda un Judas

Un sicario

Un circo de lágrimas

No

Y tan dulce como “cariño”

 Tampoco

Que pronto se repite

como  muletilla

Oyéndola todos

Que empalaga

No  no

“Cielo” es demasiado bella

Etérea

No se clava como un rejón

Tan remilgada acuarela

tampoco

“Corazón”

a ratos valdría

Pero es demasiado directa

Puede sonar a falsa

A retahíla

Para una llamada

dulce es única

Para abrir la piel como un libro

de versos a la noche 

es arrolladora

Pero no  no

No es esa

“Amor” sí

Pero es incompleta

Por lo rotunda

Puede que no diga la verdad

Abarca preludios

Muy suave suena a deseo

Pero al final muletilla  también

Y no  no  No es esa

Una palabra entre los dos

A solas

De mí para ti

Que curve la mirada

Que evoque toda la memoria

Mejor que cariño

que cielo  

que amor  que vida

que corazón

Una palabra

como una dulce

tormenta

secreta

mojándonos

Desnuda y vestida a la vez

Sin cuentos

Una palabra  una palabra…

¿Esposa?

Oh sí

¡Sí!

¡¡Esposa!!

                ©Rubén Lapuente

AGUA NÁUFRAGA

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Que su barreño

sea como una terma

Como caldas dorándola

Que mi mano

de amura

le tome la fiebre

al agua

Y qué voy a hacerle

si ella me lo pide

No lo harías tú igual

si luego su mirada

de telaraña

de oculta almadraba

te lleva

a esa tina

de agua

desnuda?

 

Mi sirena varada

que tira

del hilo suelto

de su falda

de espuma

y escamas

Oh atorada tijera abierta

Oh pozo de sus piernas

Y arremolinados

siento su carne

como si me hundiera

en la duna

de una espalda

que ahora

dulcemente

me besa

Oh tarde

de sábanas de agua

Hasta que

sus labios

me sepan a moras

Hasta que

sus yemas

carne de pasas

Hasta que

la voz

de sus dientes  

titiritando

me la haga más niña

 

Luego

vaciando la bañera

mi mano

achicando

el agua en fuga

la siento

como agua vestida

perdiéndose

entre las ramas de mis dedos

rozándome

como si fuera

agua náufraga

       ©Rubén Lapuente

AROMA ERRANTE

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En esta noche de julio

de añorada tormenta

 yo en el zaguán de mi casa

la piel se me vuelve

como de cristal

Y se me empaña

 Y así a cada aroma errante

que despierta

que se pierde tras la lluvia

que respiro

lo llamo por su nombre:

Éste es de salvia mojada

 De espiga malva de lavanda huele ése

Este aire pavonado de flores de sol

es del coral de mis santolinas

Perfume de oscura miel de brezo

me llega de debajo de los pinos

Olores de luz

de oro viejo de damasquina

vienen del arriate

Y éste último leve beso

es de una joven

rosa cansada

de mi pobre ribazo de arcilla

De la casa

hasta el zaguán

me baja luego un olor distinto

como de almizcle

Es una ola de aroma

quizás de la sombra de la tierra

de un corazón

que se pierde también

tras la añorada lluvia

Y que reconozco

Y que respiro hondo

Y que lo llamo por su nombre:

Que te vaya bonito

aroma errante

Amor mío

                ©Rubén Lapuente

                (El Rasillo de Cameros)

CABAÑA DE PLATA

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De la cabaña

sobre el ciruelo

ya se fueron los niños

Un rincón para no crecer

 “¿Subo?”

El pedaleo

de sus piernas

tiene aún

viveza de chiquilla

y su gesto

al volverse

entrando

“¿Subes?”

traviesa frescura

de mujer

 

Para tropezarse

siempre

esta covacha

Nido del sueño

de este leñador

de tristezas

con ella

saliendo

de su tina de agua

desnuda

limpia

de muerte…

 

“¡Oh sube ya!”

 

Para que vea

en mis ojos

su estrella

llamo a la luna

doble

del embalse

y al encendernos

la luz

de su mesilla

la cabaña

parece

una alcoba

de plata…

 

Para no crecer

bajamos

las escaleras

como

dos

chiquillos

                ©Rubén Lapuente

              (El Rasillo de Cameros)

Foto: mi cabaña sobre el viejo ciruelo

CARMÍN

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Date grana

Date carmín

Déjamelo

de montura de los vasos

En la luna del armario

a la altura de mi boca

o de mi bálano

¡quiero verlo!

 

A la noche

en la boca

Oh guerra de amor

¡Date luz de cera de rubí!

Y píntame ya

pincel de tus labios

 

¡Que quiero piel de carmín!

¡Que quiero sangre de besos!

 

Y al irte

de madrugada

clávamelo tembloroso

en mi espalda

dulce  abierto

 y oscuro

                      ©Rubén Lapuente

UNA HISTORIA DE HEBRAS

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Ella no sabía que su belleza estaba

en esa manera de acomodarse los cabellos

en ese luminoso ademán

que coronaba su larga melena:

ese parpadeo de la luz

descolgándose de cada hebra

Un viento

que le quitaba o le ponía aladares

o la vestía de dulce sauce

con su cabellera descalza

Ella no sabía

que asomada a la ventana

la peinaba el último azul de la noche

 

Luego me abría la toca íntima

de sus cabellos 

para  cara a cara  

asfixiarnos dentro de ese

serrallo de voces

y de niebla de saliva

de besos

 

Yo la veía en la cama

con esas guedejas buscando 

el embozo de las sábanas

como una princesa muerta de cuento

Veía como los caireles de sus hebras

comenzaban ya a tejerle 

su mejor lencería

E iba por la casa trenzándose el cabello

para que la llamara sólo

pequeña

Yo notaba que su mata de pelo al viento

me daba vida

 

Hoy me ha llamado de improviso

¡Oh!  Que lo sentía por mi “ni se te ocurra”

Que ella era la dueña de su espejo

Que no se sentía aquella

Que no se gustaba

Que no le habían sangrado las hebras

 

Teniendo llave llamó al timbre

Por la mirilla la veía aderezarse

lo que no serían ni sortijas en mis dedos

Sintiendo cómo se me ahogaba su manera

su historia de hebras  su aire

al abrir la puerta

(¿Te gusta este muchacho?-me dijo-)

algo extraño

algo nuevo y bello

me nacía de sus ojos

                                  ©Rubén Lapuente

Foto: Carmen

AMOR PRIMERO

20110123140758-amor-primero.jpg

Calle arriba

calle abajo

lanzábamos

nuestras

miradas

granadas

adolescentes:

azotes al corcel de otro corazón

 

Al trasluz de aquel vestido

¡Oh!  Su silueta vivía

aparte

Su aura

era como

la estela que deja

un poema 

Como el gesto

que no se borra

a su muerte

Y cómo se parecía

su pequeña tristeza

a la mía

 

En el rellano de una sombra

deprisa

entramos

a robarnos:

su tierno cuerpo

como el mío sin hacer

era infinito

 

Al salir a la luz

Ya éramos otros

                    ©Rubén Lapuente

ARRUGAS

20101110175841-bellas-arrugas.jpg

Voy a romper los espejos

Los que te enmiendan

Los que perturban esa piel

que se cansa de tanta tersura

de ser de luz

 

No me digas que quieres

limpiarte de penumbras

¿Cómo vas a deshebrar

lo que ha tejido la entraña?

Si son sus banderas

¿Y si te cambia ese gesto

ese esplendor único

que permanece en uno

que se nos adelanta siempre

como un perfume?

¿A quién mirarían?

Si al final sólo te amarán

por una manera de ser

 ¡Oh!

¿Quieres amargo consuelo?

¡Si esa piel de naranja

se me hace tan tersa

como la de una dulce manzana!

¡Si a ese leve velamen del cuello

le basta con un pañuelo

de seda encendido!

¿Que ahora se desmaya  tu pecho?

¿No lo toman mis manos

orgulloso?

¿Cuántas arrugas tuyas

las he labrado yo?

 

Voy a romper los espejos

Los que te enmiendan

Los que te perturban

Los que te hacen soñar

con turgencias de oropel

con frías lancetas sin memoria

 

Ven asómate

Mira el sol en su declive

En su viejo ocaso tan limpio

¿Por qué no puede ser el nuestro

igual de bello?

                       ©Rubén Lapuente

CLARO DEL BOSQUE

20101101215806-mujer-bosque-desnuda.jpg

Dime que te gusta

que me levante

temprano

con el primer rayar

de los versos

florecidos en el sueño

 

No me digas

que te despiertas

sola y helada

si de un sólo soplo

bajo las sábanas

prenderías 

el ascua

de mi carne viva

 

Dime que te gusta

que te traiga

el pan heñido

El que nace a la vez

que la luz

Y magullado

por mi boca

 

Dime que te gusta

verme con el torso

desnudo

a mediodía

sudado

de broza  de azada  de jardín

de sal de la tierra

en los labios

que me restallan

ante tu piel

de hembra

 

Dime que te gusta

ir conmigo

al atardecer

a ese claro del bosque

donde ante tu cuerpo

casi desnudo

se arrodilla

soberbia

la naturaleza

                    ©Rubén Lapuente

                   (El Rasillo de Cameros)

MIS MANOS

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Sólo son mis manos

Ésa que tomas curtida

no sabe de treguas

Aún débil ala niña la otra

Fíjate en los pliegues de los dedos

por el dorso

parecen nudos de árboles

viejas rodillas

Mira ahora que la extiendo

qué ramajes a punto de estallar

En pocos lugares

nos presentimos tanto

como en esa travesía angosta

en la que duele posar los ojos

¿Y mis uñas?

Sólo mi madre

me las ha recortado

desde el fondo de la ternura

De negras de tierra y rotas en pico

a la breve media luna limpia y besada

en cada una

¿Y las palmas?

Fíjate

en todo ese revoltijo de rayas

Allí se escriben los avatares

Los altibajos míos

Y si crees en los presagios

elige una línea o una cruz  o una cadena

y busca la misma en tu palma

 

Sólo son unas manos mujer

las que tomas por un tesoro

Las que después de amarte

gastadas

duermen

          ©Rubén Lapuente

UNA MAÑANA EN MI VIDA

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Me va despertando el alba

desatando

la enredada

trenza

del sueño

como una puerta

de niebla

por la que entrase

humilde

el viento 

la brisa

¡Si rompiera el día dentro de mí!

 

Pero el  amanecer

comienza

con su sabida luz

su trillada música

como si fuera lo que se abandona

lo que sucede

como el frío de una piedra

 

De puntillas

como un niño

-ella aún duerme-

salgo al entreabierto balcón

a sostener

la mirada

a todo lo que he perdido:

Y ahí está

mi vida

abreviada

en el embalse:

Ayer era mi íntimo mar de muchacho

hoy sólo es el cuenco

de las manos de un valle

Y el mismo bello creciente tronar del bosque

un anodino ruido de fondo

 

¡Otra vez las cosas

las sensaciones

que se alejan de uno!

¡Que las pierdo yo!

 

Y vuelvo envuelto

en un débil trazo de sol tullido

que roza

al pasar

el hilo

de su sueño

 

Mientras se despereza

lentamente me afeito:

Barbero de vieja brocha y cuchilla

abstraído

bato la espuma

de un mar

enterrado

Y tarareo una  canción

sin querer

de mester de juglaría

como pudiera haberme aparecido otra

comunera

castellana como ella

La que se le perdió un día

por todo el cuerpo

Que tira de una carreta en una era de oro

De raíces que toman

del pedernal

de la yesca

su sostén

sin agitar ya banderas

 

Y apareció por detrás de mí

en el espejo

como un amanecer

radiante

cantándomela

 

¡Y mi mar se quedó sin espuma!

 

                               ©Rubén Lapuente

                       Foto: yo mirando el embalse

              domingo 6 de junio de 2010 .El Rasillo

                      

a Carmen y su Canto de Esperanza

CANDADO DE AMOR

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Amor

vamos

al puente sobre

el río

El que anduvo reflejando

tanto tiempo

sólo

cielo

El que te enseña

que la vida

es una espalda

que pasa

Ponte radiante

como para aquella

cita primera

Préndete del pelo

una menuda

rosa

roja

Amor

yo llevo en el puño

el pálpito

de un juramento:

tu nombre

el mío

esta fecha

grabado en el acero

de la memoria

de los sueños

 

Asómate

amor

a la corriente

Si vamos a dejar

de ser nosotros

Si el rumor de mi sangre

va a sonar en tus venas

Si vas a desaparecer

para

dentro de mi

aparecerte

entera

Cierra

prende el candado

al hierro

de la baranda

y arroja las llaves

a lo poco puro que queda

en la tierra:

el río

que nace como nosotros

de la húmeda sombra

(¿lo cruzamos juntos?)

y que en el estuario

desaparece

de la vida

sin ruido

sin memoria

sin lágrimas

                  ©Rubén Lapuente

ROSAS SECAS

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Ni recordaba que estuvieran ahí.

¡Cuántas veces las habré mirado sin verlas!

Han tomado un color

de rojo vino viejo,

de rescoldo de un voraz amor en llamas.

¡Cómo aguanta su armazón

la fiebre en su belleza!

¡Cómo se aprieta cada una a su muerte!

Las mantendrá quizá aún ahí

por temer perderlas en el  corazón.

 

(“Las quiero sin aderezos

y a las nueve ” dije)

 

Yo soy un hombre de pocos regalos.

Ella, ya tenía el mío, un perfume, creo.

 

Y llamaron a la puerta…

 

Nunca había visto a nadie estremecerse.

Me miraba

y a un tiempo

al ramo entre sus brazos,

balbuceando con la lengua del corazón

palabras que yo sólo entendía.

 

Qué belleza al enseñarme

el aluvión de sus ojos.

Qué largo beso

sin sentirle los labios, ni la boca.

Caí en ella, sin vértigo, sin ocaso.

Un simple ramo de rosas…

Y había besado

lo que no se marchita nunca!

 

Han pasado diez años de aquello.

Y ahí siguen sus rosas rojas secas.

Ahora vivirán algo más apretadas…

 

¡Queda tan poco para que den la nueve!

 

                                       ©Rubén Lapuente

             para mi jardinera de rosas rojas secas

FIDELIDAD

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Por la avenida me cruzo con ella

camino del  trabajo

Voy con el cuerpo

que finge despertarse cada mañana

Y no es la mejor manera

de atender la dulzura de unos ojos

 

Al principio sólo era un perfume intenso

Luego la brisa que movía

se me fue acercando

como la de aquel temblor

adolescente

Y caminábamos despacio

para que durara algo más

nuestra diaria coincidencia

 

Las miradas se hicieron cada vez

más cercanas   más cómplices

más sostenidas

Me ladeaba para no rozarla

para ser sutil y amable

 

Hasta luego -me dijo ayer

Adiós -a media voz y a destiempo le dije

Y nos volvimos a la vez

para darnos la mejor sonrisa

 

Hoy sabía que era la mañana

del encuentro   de las preguntas

de la cita en un bar

de las mentiras quizá

Ahora está ella bajando por el bulevar

Adelantándose al tiempo

Buscando mi silueta en la lejanía

Oyéndose el timbal enajenado del pecho

 

Pero hoy he cambiado de trayecto

He tomado una calle paralela a la avenida

Mientras la veo fugaz

rebasarme por una esquina

me imagino

camino del trabajo

que hay ahora alguien

que descorre unas cortinas

que abre un balcón de par en par

y que recogiendo mi ropa sobre la cama

tal vez   por un momento

aspire su olor

            ©Rubén Lapuente

UNA HISTORIA DE NUBES

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Esta inquietud mía

Esta ráfaga de pureza

que me tiende sobre ella

desde la glorieta de su frente

a los ocho breves valles de sus pies

Debajo de mí

no sabe lo que busco

Somos sólo una historia de nubes

Sólo una memoria de sábanas

Con los brazos en cruz

le arrebato las manos

entrelazándolas con fuerza

a las mías

Y lentamente

ruedo mi rostro

de un lado al otro del suyo

La hablo  se azara:

Cuéntame tu vida como sé la mía

como si fuera la niebla

y yo la orilla del río

 

Se afloja el ramal que le puso el tiempo

Me abre la ventana

que da a la ensenada de su patio oscuro

y me lleva a las lágrimas tras la puerta

al jirón de aquella promesa

al orgullo que le agranda el olvido

al camino en zigzag que era el bueno

Luego bajamos al barranco

donde guarda su tesoro

y me lo señala

Y escarbo allí hasta dónde

no hay nada ni nadie detrás:

su piedra desnuda intacta

de dónde nace la mirada

el deseo   lo insondable

el milagro en flor

la inocencia tierna

 

Y al salir de su cuerpo

colmado

la veo distinta  transparente

desarmada  más dulce

inacabable

 

Ahora somos una historia de nubes

que se reflejan

Una memoria de sábanas eternas

      

       ©Rubén Lapuente

LA VOZ DEL SUEÑO

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La oigo respirar…

Si no durmiera a mi lado

por esa voz del sueño

que no se aviene

a la que yo atesoro

no la reconocería.

 

Por momentos

alienta suspiros de niña.

En otros inspira

roces de viento

en las zarzas.

Luego imperceptible

su aliento calla

como una leve herida.

Y al no oírla

me ralla el vértigo

de cuando

cuál

antes

será un hueco.

 

Y la despierto

con la voz

ronca del sueño

fingido.

 

Desvelada

se vuelve hacía mí…

 

¡Y no me mueve!

 

    ©Rubén Lapuente

DETRÁS DE ELLA

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Voy detrás de ella.

De un vaivén olvidado.

La veo como la ven los otros.

Como veía adolescente

su cuerpo por los soportales.

El mismo gesto de acomodarse el pelo.

La misma transparencia que desplaza su silueta.

¿Lo que amo son sus formas?

La sigo para que no se me acabe su cuerpo.

Para volver a dibujarla

sobre el esbozo de ayer.

Ánfora que se cimbrea

cruzando esquinas, gentes, luces …

Se para en un escaparate.

Vive el hallazgo, la sorpresa:

El vestido quizá ya interrogado.

Creo que amo su manera, su aire.

 

Al girarse ella de pronto

casi no me da tiempo

a darme la media vuelta.

Me estará ahora viendo caminar

delante entre la gente.

Gritará mi nombre.

¿Qué haces aquí? me dirá.

Siento sus ojos a mi espalda.

Los pasos de sus tacones…

Alargo un poco la zancada.

Tenso el cuerpo

esperando su voz…

 

¿Pero porqué no me llama?

 

             ©Rubén Lapuente

Poema incluido en el libro “Memoria y euforia”de la Editorial Hipálage

LA FIEBRE

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Hoy ha caído enferma.

La fiebre.

Ese incendio nuestro

en la sangre

que se apaga a ciegas.

 

Le he puesto

el viejo mercurio

en la axila

y al leérselo

mientras lo agitaba

se ha dado la media vuelta

como aislándose.

 

En brazos la he llevado

a la bañera

y por primera vez

me doy cuenta

de que no la desnudo

para el amor.

Me mira creyendo

que no me ofrece nada

y no sabe

que la quiero igual así

abandonada a mí

débil.

 

Y la abrigo

para el temblor del sueño

entre las sábanas

tibias de nosotros

que ahora la fiebre

desgasta

nos enferma.

                   ©Rubén Lapuente

PROFUNDA PIEL

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Me gusta acercarme

abrazarte por detrás

que pierda tu cuello

la pureza

ofrecido a mi boca

que arrastra el sutil

tirante de tu vestido

rendida la cremallera

a la luz de tu espalda

y le ayudo a caer

de las caderas

al vértigo del rubor

en tus pies

 

me gusta volverte luego

por los hombros

manejada

colgada de mi cuello

entre mis brazos

como el último

tesoro de la tierra

y tenderte después

sobre lo que no se siente

bajo mi cuerpo

tenue  entregada

casi soñando

para llegar minucioso

a lo más profundo

a tu piel

creyendo

que todo es perpetuo

 

              ©Rubén Lapuente

 

lo más profundo del hombre es la piel (P.Valéry)

poema incluido en el libro De versos encendidos de la Editorial Hipalage

PALABRAS DE AMOR

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Le digo que me bese de puntillas

que gateen sus pies hasta mi boca

que si me alcanza,

le voy a dejar abrir

la caja de mis sueños,

le voy a pedir que se venga

a respirar conmigo,

con este medio paréntesis

abierto de vida y muerte

que necesita de un otro medio delante,

luminoso y creciendo.

 

Que no sólo nos hallaremos

sobre la ardiente piel dorada

del deseo.

Que nos encontraremos también

en los olvidos de la cocina;

en el sabor del errado e igual

cepillo de dientes;

enmarañados de crines

en el vértigo del lavabo;

en el agua gastada de la bañera;

en el duro perfil sorprendido

por un presagio de angustia;

en las huellas raídas de las sábanas;

en el olor quieto de las dos

mitades del armario;

en la noche que cambiemos

de lado en la cama

esperando inquietos soñar

secretos del otro;

en la ira de algún día

que su mano parará en mi boca.

 

Se lo iba diciendo todo,

mientras subía a mis labios,

y, poquito a poco, ella,

se fue atando a mi cuello…

 

                           ©Rubén Lapuente

Mariamor

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Hoy no se detiene mi corazón en la piel,

va muy por delante mío

con esta blanca y rubia luz trasparente,

con esta naturaleza

que necesita bien poco que la mire

para ser una parte mía.

¡Qué poco he tardado en habitarla!

 

Hoy no se detiene mi corazón en la piel.

Y con ella voy a mi arboleda,

a echarme con la cabeza sobre su vientre.

Y por primera vez siento el vértigo

del entramado de la vida bajo mi mejilla.

Ese maderaje que cobija

el empuje de memoria tras memoria.

Sazonada vasija de vida y muerte irrepetible.

¿Cuánto tiempo más voy a tardar en habitarla

si todavía me paro en su puerta

con los nudillos en el aire?

 

¿Porqué no recalar en cada herida

que trae a casa?

¿Porqué no asfixiarme con ella

si nos hemos elegido?

 

¿Cuánto tiempo más voy a tardar en vivirla?

 

¿Y si empezara por cambiar las formas?

Y ahora mismo.

Que todo diera un giro inesperado.

Empezar añadiendo

como un guiño suave mío

una hermosa palabra a su nombre:

 

Mariamor,  ese paisaje interior

pide una mano de belleza,” le digo

 

Y al mirarme,

mi cabeza ladeada sobre su vientre,

sonriéndola,

le enseño lo más oculto

que guardo.

 

Lo que no se arropa.

Lo que no muda nunca.

 

Y empiezo ya a sentir mi vacío.

 

©Rubén Lapuente

pintura de Maria Ortega Estepa

RITUAL DE SUS MANOS

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Cuando arrecia el frio de madrugada,

yo con un pie navegando los cielos

y con el otro de vigilia,

comienza el ritual de sus manos.

 

Dice que el frío le entra

por la yema de los dedos,

que hay algunos huesos

que le parece que duermen

junto al rocío.

¿No será por la maldita costumbre

de no cerrar la ventana

por si nos quedamos sin oxígeno

o es que ese aire frío

es el que quiere colarse de rondón

y robarnos la tibieza

de nuestro lecho?

 

Bajo la brasa de mi cuerpo

desliza los primeros

cinco carámbanos.

Yo mientras tanto ato

la cola de un tardío cometa

a mi entresueño.

Y poco a poco mi fogón arriba

a cada gélido tuétano.

Es el instinto quien le lleva al bálsamo

de mi sangre caliente.

Y haría mal en taponarle

mi costado sobre la sábana:

No es bueno despertar al sonámbulo.

 

Cuando me desliza

los otros cinco témpanos,

ya de un salto me apeo

de los mapas del cielo.

Me doy la media vuelta,

le emparejo las palmas de las manos

y como lapas entre las mías,

se las cierro.

Y ahí frente a mí, está ella,

con esa fría y cálida somnolencia

que le deja todavía un pequeño

temblor en un párpado,

que nunca sabré si es un guiño

desde el  amor del sueño…

No es bueno despertar al sonámbulo.

 

                            ©Rubén Lapuente

SU ESPALDA

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Hoy se ha dormido del otro lado.

Madrugada de su espalda desnuda.

De cada noche que tuve su cuerpo,

recuerdo uno distinto,

pero no de su espalda,

que detrás suyo oculta

que no la conozco.

 

Su relieve me lo daba mis manos,

que la leve luz me desnuda ahora.

El atlas que lo tengo

constelado de lunares

que no había visto.

Y los cuento.

Y los apreso.

 

Espalda sajada por el cauce

de suaves meandros

rubio trigal de mi infancia 

con la sombra de la luz,

arriba ya de todas la dunas

abriéndole el envés de la piel.

Y ahora la tengo de luna llena.

Y mía.

Su pizarra rosada

que me escribe los versos

que olvidaré si se despierta.

 

(¡Quieta…!)

Si se mueve ahora

se romperá la magia.

(¡Quieta…!)

Y me acerco así casi sobre ella,

cerrándole la espalda…

que no se vuelva…

 

     ©Rubén Lapuente

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